3 de diciembre de 2013

Tribunal Permanente de los Pueblos-México: Dictamen final de la Pre-Audiencia "Cultivos transgénicos: el caso de México con énfasis en el maíz".

Eje: Violencia contra el maíz, la soberanía alimentaria y la autonomía
12 al 14 de noviembre de 2013
Durante dos días hemos escuchado la presentación de 23 testimonios que, desde diversos abordajes, miradas, investigaciones, experiencias y análisis han dejado en claro que el maíz es la columna vertebral, el corazón y el alma que estructura los vínculos, la subsistencia, la cultura, la identidad y el futuro del pueblo mexicano. Y también que este patrimonio sigue vivo y latiendo en cada comunidad, en cada tortilla, en cada receta culinaria, en cada ceremonia y en cada milpa a lo largo de todo el territorio.

Al mismo tiempo hemos podido confirmar que el maíz y su cultura son un patrimonio que el pueblo mexicano ha legado a toda la humanidad con generosidad y que es responsabilidad de ella su cuidado, defensa y protección. Es muy claro, por ejemplo, que vencer la resistencia en México es clave para imponer los transgénicos en el resto de Mesoamérica.
Pero también, cada una de las exposiciones que escuchamos nos hicieron mas conscientes de las amenazas que hoy nos hacen poner de pie para gritar al mundo que el maíz se encuentra jaqueado por un cúmulo de intereses que, actuando de manera coordinada y bajo la profundización de un capitalismo, inmerso en la más grave crisis de su historia, está echando mano a todas las estrategias posibles, desde la imposición política hasta la corrupción más descarada, para apropiarse, mercantilizar y finalmente destruir a los pueblos del maíz. Compartimos a continuación una síntesis de las violaciones, así como también las estrategias y propuestas que desde todos los ámbitos han surgido como respuesta, resistencia y alternativa.

El rol, el lugar y el modelo de ciencia
En la coyuntura actual y el debate acerca de la comercialización de los alimentos transgénicos, en especial del maíz, el gobierno mexicano ha favorecido, con sus políticas, reglamentaciones y disposiciones, el desarrollo de una ciencia cada vez más dependiente de poderes hegemónicos, violando el derecho que la nación tiene a desarrollar una ciencia autónoma separada de esos poderes y sus intereses. Ninguna nación democrática y soberana puede empeñar su desarrollo intelectual, tecnológico y científico y subordinarlo a intereses de un sector particular y minoritario. El pueblo mexicano tiene un derecho irrenunciable a una ciencia transparente, autónoma y libre de los intereses ajenos a él.

El problema del sometimiento arriba señalado se agrava más si se considera que el tipo de ciencia que impulsan las empresas fabricantes y comercializadoras de organismos genéticamente modificados (OGM) es una ciencia anacrónica y con un valor de verdad cada vez más cuestionable y cuestionado entre y desde amplios sectores de la propia comunidad científica. Nos referimos a la ciencia basada en el reduccionismo y el genocentrismo.

La concepción de los mecanismos de herencia provenientes desde fines del siglo XIX por la genética mendeliana encontró un gran apoyo en la llamada “síntesis moderna” (que unificó la teoría darwinista de la selección natural con la propia genética de Mendel), en el desarrollo ulterior de la biología molecular, a partir de la determinación de la estructura tridimensional de los ácidos nucleicos en 1953 por James Watson y Francis Crick y en el llamado “Dogma Central de la Biología Molecular” postulado en 1970 por el propio Crick. Este tipo de explicaciones tuvieron un auge notable durante todos esos años, pero han venido siendo refutadas cada vez con mayor fuerza. Se muestra que el mecanismo de transmisión de caracteres hereditarios no puede explicarse como un flujo simple y unidireccional de información que va de los ácidos nucleicos - en especial del ADN - a las proteínas; tampoco puede ser considerado como mecanismo universal, pues existen otras direcciones de transmisión de información y aun otros mecanismos de herencia no mediados por la intervención de los ácidos nucleicos. En pocas palabras: mecanismos de herencia no-genética. Más aun, una de las innovaciones más importantes que se está gestando en las ciencias biológicas es la del cuestionamiento del concepto mismo de gen (o gene) como unidad universal de la transmisión de información.

Pero esta misma concepción reduccionista y genocéntrica queda muy bien correspondida con los intereses de las grandes compañías transnacionales fabricantes de OGM’s. De acuerdo con ella, basta con insertar genes que codifican para una cierta característica, como por ejemplo la producción de una vitamina en un organismo que originalmente no la posee, para que se produzca el efecto deseado, como si cada una de las relaciones causa-efecto en los organismos y los ecosistemas, estuviera separada de las demás, y no como en realidad ocurre, profundamente interpenetrada, interrelacionada en un complejo espacio-tiempo (entendiéndose por tiempo lapsos de millones, decenas, centenas y aun miles de millones de años).

Todo esto lleva a pensar acerca de las capacidades de predecibilidad y de certidumbre de los efectos de la inserción de transgenes en organismos y su conversión en genéticamente modificados. Debe tomarse en cuenta que no se trata de sistemas simples en los que los efectos de una causa también simple puedan ser previstos como en los casos de los cuerpos inanimados estudiados por la física de los siglos XVI al XVIII. Los sistemas vivos y ecológicos resultan ser de una complejidad mucho mayor, la cual es ignorada por la biotecnología y las empresas como Monsanto, Syngenta o Dupont, así como por las comunidades científicas trabajando a su servicio. 

La inserción de transgenes en organismos silvestres dispara una serie de efectos múltiples, que no se limitan a los esperados por la biotecnología y sus relaciones simples de causa-efecto.
Pero aun ciñéndonos a principios elementales de la genética mendeliana observamos que la inserción de transgenes en organismos, puede disparar una dinámica incontrolable de dispersión de estos transgenes en poblaciones silvestres. Los efectos son impredecibles, pues pueden tardar muchas generaciones en presentarse debido a la existencia de genes recesivos, lo cual es comprensible para cualquier persona que conozca el ABC de la genética más ortodoxa (es decir, cualquier persona que haya terminado el bachillerato).

Son inciertas las posibilidades y ritmos de contaminación, su aumento a lo largo de años, décadas y aun siglos. La incertidumbre tiene y tendrá lugar tanto al interior de cada OGM como de las poblaciones de los mismos, en las comunidades biológicas y ecosistemas en los que viven y desde luego en comunidades y ecosistemas circunvecinos y aun algunos muy alejados de los centros de cultivo y experimentación (como se muestra en el caso de la contaminación del maíz y al algodón en México). Todo ello con efectos irreversibles.

Violación al derecho a una salud, alimentación y ambiente sanos y sin transgénicos
Uno de los principales impactos de los cultivos transgénicos en sus centros de origen y diversidad es la contaminación genética, lo que ya ha sido reportada en el caso del algodón.
México es uno de los centros de origen del algodón, y a pesar de ello, se siembra algodón transgénico (con resistencia a herbicidas y a larvas de lepidópteros) en el país desde 1996. Estudios hechos en la UNAM muestran que ha habido flujo de transgenes desde los cultivos transgénicos de algodón hacia cuatro (de las 8) meta - poblaciones de parientes silvestres presentes en México, y este proceso se ha dado distancias largas. Inclusive se han encontrado varias proteínas transgénicas que pudieron apilarse posteriormente al flujo génico. Estas especies silvestres forman parte de sistemas ecológicos complejos donde hay redes de interacción que pueden verse afectadas.
Dado que se encontró flujo génico a grandes distancias, se cree que una de las causas es que en la cadena productiva las semillas viables de algodón genéticamente modificado (GM) dejan de estar custodiadas por los responsables legales en diferentes etapas. Por otro lado, el algodón transgénico se liberó en su centro de origen, sin que se conozcan cuáles son sus polinizadores.

CONTAMINACIÓN GENÉTICA DEL MAÍZ
El maíz es una especie de polinización abierta lo que facilita el flujo de transgenes hacia las variedades nativas. La primera evidencia de contaminación genética en variedades nativas de maíz fue reportada por Chapela y Quist en Oaxaca. Desde entonces, se han hecho 10 estudios más en distintos lugares del país que corroboran la contaminación del maíz nativo mexicano (con excepción del estudio de Ezcurra et al 2002).
La contaminación del maíz nativo en México puede tener impactos a largo plazo. Dado que el maíz nativo es sujeto de un constante proceso de hibridación (por razones biológicas y culturales), con el paso del tiempo, un maíz nativo contaminado genéticamente podría apilar varias copias del transgén. Esto es mucho más grave si se toma en cuenta que los nuevos transgénicos pueden apilar varios genes, como es el caso del maíz Smartstax, que contiene 6 transgenes Bt y 2 genes de resistencia a herbicidas.
Por su naturaleza artificial, los transgenes no se encuentran co-adaptados con el ambiente genético, lo que puede afectar en diferentes grados la estabilidad de las poblaciones. En una variedad nativa con varios transgenes, el proceso de co-adaptación podría tomar mucho tiempo, y antes de lograrse podrían sucumbir ante los desequilibrios que ocasionados por esta contaminación.
Recordemos que México es signatario del Convenio sobre Diversidad Biológica, y que éste señala que los Estados son responsables de la conservación de su diversidad biológica y de la utilización sostenible de sus recursos biológicos, obligación internacional que sería imposible de cumplirse con el ingreso de maíz transgénico al país.
Si la transgénesis pone en peligro al maíz nativo, y al ser éste parte de un sistema de producción como es la milpa, cualquier afectación al maíz, pondría también peligro a las 4 especies de fréjol, las 5 especies de calabaza y las casi 60 especies quelites que conforman la milpa. La afectación de la milpa pondrá en peligro todas las prácticas culturales relacionadas.
La introducción de maíz transgénico y sus consecuencias en la vida cultural de las comunidades, estaría violando el Art. 27 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, que establece quetoda persona tiene derecho a tomar parte libremente en la vida cultural de la comunidad. La Relatora Especial en la esfera de los Derechos Culturales[1] señaló que los derechos culturales protegen los derechos de todas las personas, individualmente y en comunidad con otros, así como de grupos de personas, a desarrollar y expresar su visión del mundo y el significado que dan a su existencia y su desarrollo mediante, entre otras cosas, valores, creencias, convicciones y formas de vida, y que para que esos procesos tengan lugar, es necesario protegen el acceso al patrimonio cultural y a recursos que lo permiten, como ocurre con el maíz y sus prácticas y conocimientos asociados.
Finalmente, el flujo de genes puede tener implicaciones legales, pues las variedades nativas que han incorporado transgenes patentados, podrían ser propiedad de la empresa portadora de la patente.

AFECTACIONES A LA SALUD
No se puede hablar de impactos ambientales y a la salud de los cultivos transgénicos, sin abordar el tema del paquete tecnológico asociado. El 98% de los cultivos transgénicos están dominados por dos características: resistencia a herbicidas y a pestes.
La resistencia a herbicidas permite al productor usar grandes cantidades de los mismos sin que el cultivo se afecte. Por esta razón, en todos los países donde se han adoptado los cultivos transgénicos se ha incrementado exponencialmente el uso de herbicidas, especialmente glifosato.
Debido al uso continuo del mismo herbicida, han emergido plantas invasivas que en un contexto de monocultivos, significan pérdidas importantes para el productor. Por ese motivo, se debe añadir al paquete tecnológico, herbicidas aun más tóxicos. De igual manera, el contacto continuo a las toxinas Bt ha hecho que surjan pestes resistentes a este insecticida incorporado en los cultivos transgénicos. Por otro lado, el hábitat abandonado por los lepidópteros potencia la aparición de pestes secundarias que no son afectadas por las toxinas Bt. Por tal motivo es necesario el uso de pesticidas en los cultivos Bt, a pesar de que sus promotores digan lo contrario.
La mayor parte de los nuevos transgénicos tienen las dos características apiladas, por lo que se prevé que el uso de plaguicidas aumentará aun más, lo que tiene importantes implicaciones negativas en la salud y en el ambiente.
Existen abundantes estudios sobre el glifosato que demuestran sus efectos teratogénicos. Este herbicida incrementa la incidencia de cáncer y enfermedades auto-inmunes en poblaciones expuestas. Esto fue reconocido por Paul Hunt, Relator Especial sobre el derecho de toda persona al disfrute del más alto nivel posible de salud física y mental en su visita a Ecuador y Colombia[2], y por el Sr. Okechukwu Ibeanu, Relator Especial sobre los efectos nocivos para el goce de los derechos humanos del traslado y vertimiento ilícitos de productos y desechos tóxicos y peligrosos quien reconoció que “los productos químicos tóxicos pueden constituir graves amenazas para los derechos humanos”[3].
Con estos antecedentes podemos decir que el paquete tecnológico asociado a los cultivos transgénicos existentes, viola el derecho al nivel más alto posible de salud física y mental, incluyendo el derecho a un medio ambiente seguro.
También viola el Art. 11 del Protocolo de San Salvador que establece que toda persona tienen derecho a vivir en un medio ambiente sano.
Los estudios del Dr. Rubén López Revilla demuestran que la toxina transgénica Cry1Ac (presente en algunos maíces transgénicos) es inmunógenica; se une al epitelio intestinal y lo hiperpolariza y potencia la antigenicidad de proteínas, polisacáridos lisados amibianos; es decir, es alergénica.
Por otro lado, los alimentos transgénicos contienen residuos muy altos de plaguicidas.
Con estos antecedentes se puede concluir que la adopción de maíz Bt en México pone en riesgo la alimentación de los mexicanos, violando el Art. 12 del Protocolo de San Salvador sobre el derecho que tiene toda persona a una nutrición adecuada que le asegure la posibilidad de gozar del más alto nivel de desarrollo físico, emocional e intelectual.

Violación al derecho de decidir sobre el manejo de sistemas tecnológicos y mantener prácticas y tradiciones culturales propios o mantener acervos de semillas comunales libres de transgénicos.
El maíz es una creación de los pueblos mesoamericanos que tiene ya 6.500 de historia de creación y diversificación a partir de más de 300 generaciones de pueblos que lograron su adaptación agronómica a todos los agronichos edafoclimáticos donde hubo y hay asentamientos humanos. De esta manera se generó una diversidad única que hoy está representada en México por aproximadamente 60 razas nativas y 23.000 variedades que se distribuyen entre las diferentes regiones geográficas. Cada semilla de maíz es un genotipo diferente, tratándose de 0,24 billones de semillas que producen 72 billones de granos cada año en 2,3 millones de unidades de producción. Este es uno de los mayores laboratorios de generación de biodiversidad que pueda imaginarse.
Esta diversidad es fruto de la confluencia de una trilogía: la megadiversidad biológica, una enorme diversidad cultural y el hecho de ser Centro de Origen y Diversificación de Especies y de la diversidad biológica domesticada. Esto hace a México un país muy particular y especial en el mundo. Los territorios de los pueblos indígenas son los espacios de mayor diversidad concordando con los planteos de Vavilov en relación a que el grado de diversidad está en concordancia con las regiones donde se ha cultivado mas tiempo y obviamente con presencia constante de campesinos.
En la actualidad la milpa es un espacio donde sigue vigente el proceso de domesticación y diversificación del maíz. Este agroecosistema es el laboratorio más importante donde se han desarrollado y sigue desarrollándose este proceso. La milpa fue y es además un espacio de domesticación y diversificación de muchos otros cultivos alimentarios y útiles para los pueblos. Los pueblos indígenas de México y Centroamérica han domesticado en el sistema milpa a más de 120 especies agrícolas y contribuido con el 15.4% de las especies utilizadas en el Sistema Alimentario Mundial, en donde el maíz ocupa el primer lugar en el mundo.
El maíz cultivado en la milpa junto a la enorme diversidad de cultivos que lo acompañan son los que permiten una alimentación balanceada de los pueblos. El cultivo está rodeado de diversas ceremonias que acompañan todo el ciclo y que hace al maíz como un elemento sagrado que llevan a relacionarnos con los ancestros y con el resto del mundo. La cocina del maíz es reconocida como patrimonio cultural, se conforma con más de 600 recetas diferentes para su consumo y ha tenido múltiples reconocimientos internacionales.
Existe diversidad de maíz en TODO el territorio de México y por lo tanto TODO el territorio debe considerarse centro de diversidad. Los 6 centros de origen que plantea SAGARPA son una mentira para justificar la introducción del maíz transgénico en México. 

TODO MÉXICO ES CENTRO DE ORIGEN DEL MAÍZ.
El maíz ha sido central en el desarrollo de la cultura en México y la introducción del maíz transgénico es una terrible amenaza para el pueblo mexicano. Toda la información que ya hemos compartido en este documento demuestra que su introducción plantearía la aniquilación de un pueblo y su cultura. Esta amenaza representa el primer intento a nivel global de introducir transgénicos en un Centro de Origen y significa la realización del experimento biológico masivo más extenso en la historia de la humanidad, pues implicaría que millones de personas estarían sujetas simultáneamente a los ensayos de compañías como Monsanto.
Pero por otro lado cuando nos hacemos la pregunta ¿Necesitamos transgénicos en el mundo? La respuesta que surge claramente es que NO los necesitamos y es muy evidente que este modelo productivo es un diseño geopolítico que busca controlar los territorios, los alimentos y la sociedad.
Todas las exposiciones compartidas durante esta pre audiencia demostraron de manera contundente que la autosuficiencia de maíz de México no necesita a la tecnología transgénica. Es posible producir todo el maíz que el pueblo mexicano consume impulsando desde el sistema público el cultivo de los maíces nativos.
El déficit que hoy existe en cuanto a la producción de maíz no se revertirá introduciendo maíz transgénico sino revirtiendo las políticas de apertura al libre comercio que durante las últimas dos décadas han diezmado la autosuficiencia productiva de alimentos del país.
Aún así, en el presente los campesinos y pequeños productores son los que continúan produciendo la mayor parte de los alimentos en México y en el mundo.
Todas estas prácticas ancestrales se complementan con la introducción de las prácticas agroecológicas que sobre la base de las prácticas tradicionales promueven un uso racional de los recursos buscando cerrar los ciclos de nutrientes y energía; mantener la biodiversidad incrementando las interacciones biológicas e instaurar una agricultura de procesos.
Todo esto en el marco de procesos que nacen y están destinados a la defensa de los territorios respetando su integralidad y el manejo comunitario de los mismos.
Finalmente también se ha demostrado claramente que para enfrentar la crisis climática la diversidad de maíz resulta una de las herramientas más adecuadas; siendo el sistema milpa el laboratorio más eficaz para la adaptación. Necesitamos mantener diversidad y los transgénicos representan uniformidad.

Violación al derecho a la bioseguridad, a una ciencia transparente, libre de conflicto de intereses y rigurosa.
El problema del valor de verdad de las afirmaciones de la industria de los alimentos transgénicos y de la comunidad científica que la apoya se acrecienta cuando se constata que las metodologías y resultados de las investigaciones que lleva a cabo, se encuentran fuertemente limitadas y aun sesgadas por sus intereses y movimientos específicos. Estos intereses asumen la forma de componentes irracionales del quehacer científico. La existencia de estos componentes ha sido admitida por numerosos filósofos y sociólogos de la ciencia, lo cual no significa que la ciencia esté, haya estado o tenga que estar siempre sometida a ellos, o mejor dicho que siempre tengan un peso preponderante por encima de los elementos racionales.
Sin embargo, en el caso de la biotecnología y en especial de los organismos genéticamente modificados, el bajo valor de verdad de las afirmaciones de sus apoyadores - dentro y fuera de la comunidad científica - contrasta con el inmenso poder económico, financiero y político de las empresas impulsoras de estas actividades, de manera que este último subsume al primero, pretende trocar la mentira en verdad, la corrupción en honestidad, el sometimiento en libertad. El peso de los elementos de irracionalidad es tan grande que es posible hablar de una pseudociencia al servicio de los intereses de grandes capitales. De acuerdo con esto, la comunidad científica defensora de los alimentos transgénicos tiene que prevalecer, vencer y salirse con la suya a costa de lo que sea: de las dinámicas plurales de las comunidades científicas e intelectuales, de la autonomía de los centros de educación superior e investigación; de la estructura de grupos étnicos y de naciones enteras o de la supervivencia de la humanidad misma y de la biosfera.
El gobierno mexicano no sólo ha tolerado tales prácticas corruptas y en ocasiones fraudulentas de las empresas biotecnológicas, sino que ha sido cómplice de las mismas al solaparlas o fingir que no las conoce. Ha incorporado a su proyecto a científicos que reiteradamente han propalado la mentira de que no existe prueba alguna de que los alimentos transgénicos causen daños a la salud o al ambiente. El caso más destacado en este sentido es el del Dr. Francisco Bolívar Zapata, asesor en temas de ciencia y tecnología del presidente Enrique Peña Nieto desde su campaña electoral en 2012, quien ha afirmado reiteradamente que los alimentos transgénicos son inocuos. Esto es bien o una muestra de desconocimiento e ignorancia indigna de un académico de su nivel, o una mentira deliberada violatoria de los principios éticos más elementales entre científicos. Igualmente grave es el hecho que desde el Instituto Nacional de Ecología (INE) se haya reportado no haber encontrado evidencia alguna de transgénicos en colectas del 2003 y 2004 en la misma región de Oaxaca en donde Chapela y el Instituto de Ecología de la UNAM encontró presencia de transgenes; en investigaciones fuertemente cuestionadas por su calidad.
Se trata del desarrollo de campos o ramas de la ciencia en el contexto del capitalismo decadente; del capitalismo que vive una crisis global, no sólo financiera o política.
El modus operandi de las empresas fabricantes de alimentos transgénicos se ha caracterizado por la desestimación y menosprecio de los saberes de los pueblos originarios y del carácter pluri cultural de la nación mexicana que a lo largo de los siglos ha mostrado ser muy enriquecedor. Esta destrucción es fiel a la dinámica del capitalismo de destruir la diversidad cultural, ecológica y biológica. De aculturizar y des-historizar. Se menosprecia todo tipo de conocimiento científico que no se amolde a lo que la Monsanto desea, y con mas razón se menosprecia la pluralidad de saberes que otros grupos sociales, no ligados al sector de las comunidades científicas académicas, de universidades y centros de investigación, producen.
¿De dónde se concluye que esos conocimientos no tienen valor? ¿A partir del prejuicio de que no son “científicos? En primer lugar el hecho de que un conocimiento no sea científico no quiere decir que sea erróneo, ni que lo que sea científico sea correcto; en segundo lugar no se ha mostrado que el conocimiento de los grupos étnicos originarios o las comunidades campesinas no sea científico, aun aceptando una definición ortodoxa de ciencia, basada sea en un método inductivo como en un método hipotético deductivo. Por el contrario, bien puede hablarse de la existencia de una ciencia campesina, que en todo caso produce conocimiento dirigido a la satisfacción de las necesidades de las comunidades en las que se produce, no para el interés de minorías con poder financiero y político. Todo esto al gobierno mexicano le es absolutamente indiferente.
El punto a señalar es que el gobierno mexicano, en su afán de conceder todas las facilidades a las empresas productoras y comercializadoras de alimentos transgénicos contribuye una vez más, como desde hace más de 500 años, a impulsar formas de lo que podría llamarse “discriminación o imperialismo epistemológicos”,

Contexto y consecuencias económicas de la liberación de maíz transgénico en México.
Tal y como se ha visto a lo largo de la presentación de numerosas denuncias en esta pre audiencia, el ataque transgénico del libre comercio contra el maíz mexicano tiene efectivamente consecuencias múltiples: se trata de un ataque técnico biológico en contra de la agricultura mexicana y el ambiente; un golpe alimentario que ha mermado a la soberanía de México; y una agresión masiva pero apenas vagamente previsible contra la salud de la población.
También se trata de un ataque en contra de la economía nacional, de la cultural e identidad nacional, y sobre todo un golpe al corazón mismo de lo étnico y sus estrategias de subsistencia campesina basadas en el cuidado de las milpas. Visto así, es una agresión contra las más profundas estrategias civilizatorias de reproducción y de nuestra vida.
Sin embargo, este problema se remonta a muchos años antes, cuando fueron acordados los cambios en la economía conocidos como el Consenso de Washington, concretado en cuanto a la unificación transnacional con los acuerdos de la Organización Mundial del Comercio y luego regionalmente con el Tratado de Libre Comercio de Amnérica del Norte (TLCAN). Así se fue consolidando el problema de la autonomía de la tecnociencia del mundo de la vida y al mismo tiempo de la subordinación de la tecnociencia bajo la égida del capital. No podemos negar que sobre este tema se han dado discusiones sin mucha difusión hasta el momento, de ahí que hoy nos resulta muy difícil poder identificar el carácter específico que ha adquirido esta crisis de la ciencia y la tecnología en el momento presente.
Por ello, cuando se habla de problemas actuales con las técnicas y las ciencias, cuando hablamos sombríamente de la manipulación los objetos y los saberes que realizan las empresas transnacionales de punta, o cuando hablamos del acoso que Monsanto y otros ejercen para manipular el maíz, cuando se habla de falta información que tienen los gobernantes para la toma de decisiones, cuando se concede más o menos neutralidad en las ciencias o incluso cuando se admiten hechos graves de manipulación política de los artefactos técnicos, de los reportes sobre los riesgos y desastres, o bien de las políticas de investigación, cuando se habla de la construcción de narrativas que apuntalan, todavía hablamos con imprecisiones, permitiendo que dentro de nuestras ideas persistan muchas ideas problemáticas.
Ante ese vacío, el compañero Andrés Barreda propuso y desarrolló en su ponencia tres tesis, que aquí solo enunciamos, con ánimo de promover una reflexión crítica más profunda en el futuro próximo, que ayude a fortalecer nuestras denuncias y acusaciones que colectivamente estamos buscando consolidar dentro de este tribunal:
1. ¿En qué consiste la crisis de la tecnociencia actual?
2. Esta situación es el desenlace de una crisis civilizatoria que se ha venido apersonando progresivamente a lo largo del último siglo.

3. Es necesario analizar el modo en que el desarrollo autónomo de las ciencias abstractas madura dentro de si una progresiva autonomización del mundo de la vida. Este proceso requiere ser entendido como la expresión histórica de un proceso en el que va avanzando no sólo la autonomización del mundo del valor, sino sobre todo la autonomización de las fuerzas destructivas respecto de las fuerzas de producción. (...)
Peticiones y recomendaciones
- La lucha por mantener a México libre de transgénicos es esencial para la subsistencia del pueblo, la cultura y la diversidad en México y significa un desafío que no solo importa al pueblo mexicano sino que es trascendental para toda la humanidad. La única política posible es la aplicación del Principio Precautorio.
- La prohibición absoluta de los cultivos transgénicos sobre la base de los sólidos argumentos políticos, sociales, económicos, éticos y científicos expuestos configura otra de las prioridades a poner al frente de nuestros desafíos hacia el futuro.
- Prohibir el ingreso del maíz transgénico a México, dado que es la principal fuente de contaminación del maíz nativo.
- Prohibir al uso de cultivos alimenticios como bioreactores.
- Salir del TLCAN ya que constituye uno de los factores que pone en riesgo la protección y defensa del maíz nativo.
- Instrumentar políticas de defensa de las culturas, el cultivo y los pueblos del maíz es una necesidad para enfrentar las amenazas ya expresadas.
- Denunciar ampliamente los casos de corrupción y deshonestidad por parte de los científicos defensores del maíz transgénico más allá de los ámbitos científicos; para que la sociedad pueda tener conocimiento y la justicia pueda operar, como no puede ser de otra manera, también en estos ámbitos.
- Aplicar sin restricciones el Principio de Precaución en todas las regulaciones, políticas y decisiones gubernamentales.
- Incorporar la soberanía alimentaria como asunto primordial para la Nación.
- Revertir la tendencia del apoyo a un modelo agroalimentario industrial por el apoyo a las agriculturas indígenas, campesinas y agroecológicas capaces no sólo de sostener la vida y la economía en los ejidos y comunidades, sino también de revivir los mercados regionales y nacional con el pequeño y mediano comercio.
- Apoyar la investigación científica nacional y recuperar y fortalecer las instituciones públicas que promueva la soberanía alimentaria y la defensa del maíz nativo.
- Fortalecer una educación pública independiente de todo interés corporativo que permita el ejercicio de las garantías constitucionales de libertad de cátedra, libertad de investigación, así como la autonomía de pensamiento especialmente en las universidades y centros de educación superior.
- Reconocer los derechos de los pueblos agricultores (indígenas y no indígenas) a seguir cultivando e intercambiando libremente sus semillas nativas o criollas, tanto en las leyes como en las políticas públicas que de ellas deriven.
Silvia Rodríguez Cervantes, Elizabeth Bravo, Julio Muñoz Rubio, Carlos A. Vicente Leer

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores