HISTORIA ARGENTINA
Operativo
Independencia: el ensayo general
del genocidio
5 de febrero de 2018
Orquestado por el Ejército y aprobado por el gobierno peronista,
el operativo comenzó catorce meses antes del golpe y convirtió a Tucumán en una
avanzada del genocidio.
l 5
de febrero de 1975 la presidente Isabel Perón firmaba el Decreto “S” o
secreto (261/75) que aprobaba el urgente lanzamiento de una operación militar
en la zona con el fin de “aniquilar el accionar subversivo”; para ello el
Comando General del Ejército “procederá a ejecutar las operaciones militares
que sean necesarias”. El decreto permaneció oculto y recién lo publicó La
Opinión en septiembre de 1983.
En noviembre de 1974
Isabel había declarado el Estado de Sitio para institucionalizar la represión y
facilitar el accionar ilegal de la Triple A. Pero el decreto “S” expresó un salto, a
partir de ese momento el Ejército controlaría la seguridad interna y comandaría
todas las acciones realizadas en Tucumán. Bajo su órbita actuarían la Armada, la Fuerza Aérea , la Policía Federal y
provincial junto a cientos de agentes de inteligencia y culatas del Ministerio
de Bienestar Social (léase Triple A) que llegaron para garantizar “tareas civiles”.
¿Por qué en Tucumán?
La
provincia había llegado a 1975 como un verdadero hervidero social. El
movimiento obrero, sobre todo los trabajadores azucareros, se habían convertido
en uno de los más combativos del país habiendo adquirido con los años
valiosísima experiencia. Puede nombrarse la
huelga de 46 días que hicieron en 1949 a Perón ; la acción
de las bases azucareras en respuesta al cierre de once ingenios en 1966 impulsando la creación de un comité
Pro Defensa -convocando la solidaridad de otros gremios- y realizando paros
provinciales y nacionales; la unidad y coordinación conjunta de obreros y
estudiantes en los dos tucumanazos; y la gran huelga de septiembre de 1974 que
duró 17 días y fuera impulsada por abajo para quebrar el Pacto Social a pesar
de la dirección de la FOTIA (Federación Obrera Tucumana de la Industria del
Azúcar) que primero se opuso y luego se plegó muy presionada. El comisario
Villar, uno de los jefes de la
Triple A , fue el encargado de reprimir ferozmente la huelga
junto a mil efectivos de la
Policía Federal.
Enfrentamientos en el primer
tucumanazo (1969)
El
PRT (Partido Revolucionario de los Trabajadores), que tenía un importante
trabajo entre los trabajadores azucareros desde hacía varios años, había
instalado un foco guerrillero en mayo de 1974 y se dieron a conocer tomando la
población de Acheral por algunas horas. La compañía Ramón Rosa
Jiménez controló parte del territorio durante meses sin que el ejército pueda
desarticularlos. Para Santucho, la clave era establecer una “zona liberada” que
despertara la simpatía y colaboración de los pobladores provocando el
enfrentamiento abierto con las FF.AA y el imperialismo norteamericano. Así, la
guerra de guerrillas se transformaría en una guerra de liberación nacional que
comprometería a todos los sectores de la sociedad. Un balance
más general sobre el accionar del PRT/ERP es que desestimó la importancia de
las organizaciones de base y la autodefensa de los sectores de vanguardia (las
milicias obreras) por considerarlas
políticas espontaneístas , para las bases obreras sólo restaría ser
apoyo logístico en las operaciones del ERP recayendo la cuestión militar
solamente en las decisiones de la guerrilla. Como ya pudimos ver la insurgencia no
tenía su epicentro en el campo sino que desde 1969 los conflictos sociales
estallaban en zonas urbanas y fabriles.
La
instalación del “foco” en el monte tucumano fue una de las razones que
determinó la puesta en escena de uno de los operativos militares más grandes de
la historia argentina. Pero el verdadero problema, el que afectaba directamente
los intereses de la burguesía era el movimiento obrero combativo que ya no
estaba dispuesto a ser contenido bajo las alas de un gobierno democrático
burgués disfrazado de popular. El Operativo Independencia fue un laboratorio:
si el plan sistemático triunfaba los militares tendrían allanado el camino al
poder, esta vez con la garantía de que las grandes empresas y la burguesía las
apoyarían. Para enfrentar seriamente el ataque hacía falta una política de
autodefensa de las masas obreras, esto no fue hecho por ningún partido que contara
con volúmenes de fuerza suficientes para impulsarla, particularmente el PRT y
Montoneros.
La “guerra moderna” se exporta a Argentina
Seis
mil efectivos fueron llegando a lo largo de las primeras semanas. Acdel Vilas
había quedado a cargo de la operación tras la muerte del general Ricardo Muñoz
en un confuso accidente aéreo en enero del 75. El “teatro de operaciones”
ocupaba por lo menos un tercio de la provincia y las fuerzas militares se
dividieron por zona. La
Quinta Brigada se encargó de enfrentar a la guerrilla en el
monte al mando de Mario Benjamín Menéndez, según los propios documentos del
PRT-ERP la compañía tenía entre 100 y 150 combatientes. Los únicos
enfrentamientos importantes entre las fuerzas del Estado y el pequeño
destacamento del ERP fueron en Manchalá y Acheral. Mientras tanto, Gendarmería
vigilaba y reprimía a la población rural y los comandos formados por militares,
policías y personal de inteligencia actuaban sobre la población civil en San
Miguel de Tucumán y en zonas donde la conflictividad social y obrera era alta:
Concepción, Famaillá, Bella Vista y Monteros.
Acdel Vilas, querían que lo llamen
"general de la muerte"
Vilas,
entrenado en EE.UU. y ligado a la derecha sindical, era un reconocido admirador
de Roger Trinquier, uno de los padres de la teoría de contrainsurgencia
francesa, aplicada en Indochina y Argelia. Su libro La
guerra moderna (1961) se
convirtió en la biblia de los altos militares de todo el mundo y especialistas
de la “lucha anti-subversiva”. Para Trinquier el enemigo, léase el comunismo,
se camuflaba en la sociedad y para la clave para enfrentarlo era actuar en la
clandestinidad, crear campos de prisioneros para su “reeducación política”,
torturarlos para conseguir información y actuar psicológicamente sobre la
población.
Las
FF.AA argentinas pusieron en práctica esta doctrina por primera vez en el
Operativo Independencia. Comandos civiles armados integrados por militares,
policías y personal de inteligencia se encargaron de secuestrar, torturar y
asesinar a cientos de personas de sus casas a altas horas de la noche o en sus
lugares de trabajo. En su mayoría fueron trasladados a la escuela Diego de
Rojas, “la escuelita” de Famaillá, el primer centro clandestino de detención en
el país donde pasaron entre 2.500 y 3.000 personas, la mayoría torturados
salvajemente. El Ministerio de Bienestar Social brindó apoyo logístico con
automóviles, armas y hombres de la
Triple A que actuaron coordinadamente con la Alianza Nacionalista
del Norte, su organización hermana en Tucumán. La banda de López Rega se
encargaba, junto a la Secretaría de Prensa, de lo que en la jerga militar se
conoce como “acción psicológica”, es decir, utilizar los medios de comunicación
más importantes para legitimar el accionar del Ejército y realizar tareas de
asistencia social presentando al soldado como un “hijo de la patria”. Clarín , La
Nación , la revista Gente , Télam, el diario La
Gazeta de Tucumán , la televisión provincial, entre muchos otros, se
prestaron para desinformar a la población sobre lo que estaba realmente pasando
en la provincia. Clarín por ejemplo, luego de iniciado el
operativo, publicó en sus quince tapas siguientes las novedades sobre “la
guerra en el monte”. Por otro lado el periodista estrella de La Nación- que aún
trabajaba para La
Gaceta- Joaquín Morales Solá decía desde las
páginas del diario provincial : “El
ejército distribuye alimentos: harina, conservas, azúcar, aceite en la escuela
de Santa Lucía. El hospital está recién pintado por el ejército, y un oficial
médico atiende a los aquejados de resfríos y anginas” . Sus buenas migas con
algunos oficiales influyentes le abrieron las puertas grandes de Clarín .
Con
los meses la “zona de operaciones” se convirtió en un centro de visitas.
Primero se presentaron López Rega e Isabel dispuestos a moralizar a los
soldados. Al año siguiente, con el golpe consumado, los visitantes se
multiplicaron: estudiantes secundarios y universitarios llevados por los
colegios, los ministros de Educación, Economía e interior, delegaciones de
artistas y deportistas como el boxeador Carlos Monzón (Gente ,11/76).
Promotores, colaboradores y víctimas…
El
miedo de los burgueses a perder el control de sus fábricas -un golpe a la
propiedad privada- y de ver afectadas sus ganancias determinó la aplicación del
operativo como prueba piloto para disciplinar a los trabajadores. Un mes
después (abril/75) lanzarían en Villa Constitución un operativo similar para
derrotar a los metalúrgicos del sur santafesino. Los
propietarios del Ingenio Concepción (hoy Atanor) entregaron camionetas de la
empresa para realizar operativos y
brindaron información de los zafreros organizados, muchos de ellos secuestrados
y detenidos por grupos comandos adentro del establecimiento. La Fronterita,
además de esto, hospedaba a oficiales importantes, y el ex Ingenio Santa Lucía
se convirtió en la base operacional más grande con tres mil soldados.
El
otro eslabón en la cadena represiva eran los colaboradores, los funcionales. La
burocracia sindical fue uno de ellos. No sólo señalaron y entregaron a quiénes
“estorbaban” en las fábricas, también aportaron hombres a las bandas armadas.
Cuando a fines de 1975 Vilas es reemplazado por el general Bussi (otro conocido
genocida que sería gobernador de Tucumán en dos oportunidades) la burocracia de
la FOTIA sacó una solicitada para que aquel se mantuviera en el
cargo y lo llamó “ejemplar soldado de la patria”. Meses atrás Vilas les había
dicho en una reunión privada que “no permitiría ningún tipo de insubordinación
ni huelga que pusiese en peligro la armonía entre el capital y el trabajo”. La
burocracia peronista por supuesto festejó. El
propio Vilas cuenta en su diario que firmaron una declaración de apoyo a las
FF.AA . Jorge Triaca, padre del actual ministro de trabajo, fue otro
de los dirigentes sindicales que vitorearon el accionar militar.
La
Iglesia fue otra pata esencial. Según el libro Profeta del
genocidio de Lucas Bilbao y Ariel Lede Mendoza , cuarenta
y tres sacerdotes participaron del Operativo Independencia. Prestaron apoyo
espiritual a los soldados y colaboraron en la construcción del relato de la
“guerra antisubversiva” desde los sermones de domingo. También el Partido
Radical se hizo eco de la medida del gobierno de Isabel y dio el visto bueno,
“apoyamos toda medida orientada a purificar la estabilidad democrática del
país” dijo un senador bonaerense (14/2, La Gaceta ), mientras que Balbín pedía a
gritos que los militares actuaran. Esta tríada continuó colaborando con la
dictadura: Los curas bendecían al golpe desde las Iglesias, la burocracia
actuando como correa de trasmisión de los intereses de la burguesía y los
radicales y el PJ pusieron a cientos de intendentes y funcionarios.
Capellán bendiciendo el operativo
*************
El
genocidio de Estado en Argentina tuvo un carácter de clase, como puede verse
con tan sólo conocer el verdadero blanco de este plan represivo. En la megacausa del
Operativo Independencia que
se inició en mayo de 2016, se contabilizan 270 víctimas, aunque con la apertura
de los archivos se podría comprobar que fueron muchos más. La mayoría de los
registrados eran trabajadores, estudiantes, militantes políticos y sociales.
Solamente en Concepción y la Fronterita se registraron por lo menos 50
víctimas. El
mismo estudio registró que en ese momento aumentaron los ritmos de explotación
en ambos Ingenios . En la causa hay apenas dieciocho imputados cuando
el número de soldados que participaron del proceso fueron seis mil, Vilas y
Bussi murieron sin recibir condena. Además, entre los acusados no hay ningún
empresario, sacerdote o burócrata demostrando el pacto de impunidad que se
mantiene hasta hoy.
El
genocida y ex Jefe del Ejército del kirchnerismo, César Milani quién quedó
detenido por las causas que se investiga las detenciones ilegales y torturas de
Pedro Olivera y de su hijo Alfredo Ramón Olivera, y de Verónica Matta,
ocurridos en La Rioja durante la última dictadura cívico-militar. Hace pocos
días también fue procesado por la desaparición del soldado Alberto Ledo. Una
vez más fue gracias a la lucha independiente que ejercieron familiares y
sobrevivientes junto a organismos de derechos humanos y de los partidos
políticos de izquierda la que hizo posible que la detención de Milani se haya
hecho efectiva. Pero aún resta que Milani sea investigado por su participación
en el Operativo Independencia donde, bajo
las órdenes de Bussi, prestó servicios en el Batallón de Ingenieros 141. .
Podés seguir las novedades de la megacausa del Operativo
Independencia haciendo click aquí
TEMAS RELACIONADOS
Fuente: https://www.laizquierdadiario.com/Operativo-Independencia-el-ensayo-general-del-genocidio
No hay comentarios:
Publicar un comentario