La verdadera grieta:
viaje a Allen, tierra de fracking
PUBLICADA EL 11/10/2018
Casas fracturadas por las perforaciones del fracking. Barrios
contaminados y enfermos. Productores sin tierras. Sospechas, políticos,
dólares, pobreza, y vecinos que no se quedan quietos: cómo sostener la vida en
medio de un modelo de muerte.
POR SERGIO CIANCAGLINI
Jeremías
tiene ocho años, se está quedando calvo, y me muestra la grieta.
Es una
rajadura en la pared, de abajo hacia arriba, consecuencia de los temblores que
emergen desde el fondo de la tierra hasta las casas del barrio Costa Blanco, en
Allen, Alto Valle de Río Negro.
Hay
más grietas que atraviesan los dormitorios, el baño, la cocina, cada ámbito de la vida. Ocurre en esta
y en todas las casas del barrio, y de varios barrios de la ciudad de 35.000
almas. Allen es la
Capìtal Nacional de la Pera, pero descubrió que está
emplazada sobre la punta oriental de esa gigantesca formación subterránea de
hidrocarburos llamada Vaca Muerta.
Jeremías
sonríe, quiere ver cómo están saliendo las fotos. Le queda el 30 por ciento del
pelo. Alejandra, su mamá, lo observa: “No sabemos por qué se le cae. Me dicen
que puede ser un virus en el medio ambiente que se le pegó, o a lo mejor otra
cosa. Tardaron dos meses en darme turno. Le recetaron pastillas re caras, pedí ayuda
en Desarrollo social y no me dieron, conseguí comprarlas, pero nadie te dice
nada seguro. No sé si los médicos no saben, o saben, pero no te quieren decir
para no meterse en problemas”.
El
paisaje de Allen va quedándose calvo de chacras, de álamos y de frutales que
son desplazados por instalaciones cercadas en las que se ven hombres con cascos
amarillos, camiones desmesurados, amasijos de cañerías que penetran la tierra,
sistemas de válvulas a las que el vecindario llama “arbolitos de navidad”, y torres
de hasta 50 metros
de altura.
No
existen aquí los clásicos guanacos petroleros: se acabó lo que se daba. El
petróleo y gas que quedan en el país están atrapados en la llamada roca madre.
Para capturarlos hay que romper esa roca.
Por
eso de cada torre baja un trépano, taladro gigante que perfora la tierra hasta
3.000 o 4.000 metros
de profundidad: un agujero equivalente a un edificio de 1000 pisos hacia abajo.
La excavación genera parte de los temblores que rompen las paredes de las casas
cercanas.
Cuando
el trépano llega a más de 3.000
metros de profundidad, la perforación se ramifica
horizontalmente para fracturar la roca madre que contiene los hidrocarburos
fósiles. De la perforación original nacen 5 o 6 “pozos horizontales” con caños
que se extienden bajo tierra en distintas direcciones a lo largo de 3 o 4 kilómetros en cada
caso.
Se
inyectan entonces un total de 30 millones de litros de agua a alta presión, un
cóctel que incluye arenas de sílice y alrededor de 600 químicos para mantener
abierta cada grieta, disolver los hidrocarburos, y extraerlos luego a la
superficie como flowback, un reflujo de barro tóxico, gas y petróleo.
Esta
destrucción y licuación de la roca madre a alta presión genera más temblores
–entre otras cosas- y sólo en Allen se multiplica por 130 pozos. Jeremías, la
pelota, su primo Santiago, la calle de tierra, las casas, y todo lo que se ve
alrededor, está instalado sobre una gigantesca red subterránea de caños puestos
allí para romper el subsuelo.
Esa es
apenas una de las formas de entender cómo funciona el fracking o fractura
hidráulica, la grieta que atraviesa territorio, agua, aire y vidas de la gente
de Allen a la que demasiadas veces le cuesta entender dónde está parada.
Toxi
tour
La
idea de Vaca Muerta como la salvación nacional es una superstición nacida en
2010 durante la gestión kirchnerista, obviamente promocionada también por el
actual gobierno. La geografía del asunto parecía centrarse en Neuquén, con un
conflicto que sigue vigente: gran parte de la explotación involucra a comunidades
mapuche que resisten como pueden amparados por la razón y por las leyes.
Pero
en 2011 se instaló un pozo de fracking en Allen, en una chacra frutícola
propiedad de un familiar de la socióloga Maristella
Svampa , quien ha escrito el libro Chacra 51 sobre el tema.
Nació la Asamblea
Permanente del Comahue por el Agua Allen. La movilización
vecinal logró que el Concejo Deliberante sancionara por unanimidad en 2013 una
ordenanza prohibiendo el fracking. La intendenta Sabina Costa
elevó el tema, el gobierno provincial reclamó, y el Superior Tribunal de
Justicia provincial fracturó la ordenanza declarándola inconstitucional bajo el
argumento de que el subsuelo lo maneja la provincia.
Fue un
golpe de desaliento para la Asamblea, mientras las chacras de Allen iban siendo
perforadas por decenas de pozos hasta llegar a los actuales 130 que exhibe la
EFO (Estación Fernández Oro).
Del
lado incansable de la historia de la Asamblea quedaron Luis Partearroyo y el
matrimonio de Lidia Campos y Juan Carlos Ponce, quienes recorren barrios y
juzgados decididos a no resignarse. Dice Juan Carlos, gasista matriculado:
“Hubo muchísimos problemas, explosiones, incendios. Empezaron en 2014: se les
trabó el trépano bajo tierra, y para sacarlo tiraron unos 40.000 litros de gasoil,
cosa prohibida. Al destrabarse, algo hizo chispa y se armó el incendio. Acá nos
destruyen para un beneficio que no se ve por ningún lado. Y lo que uno ve es
problemas respiratorios, de piel, de tiroides, mucho cáncer”.
Lidia
suma pistas: “Hay además muchos abortos espontáneos, y también muchas chicas y
mujeres con menstruaciones largas, que terminan anémicas. El hospital no
informa nada. Lo único que hizo Salud Pública la vez pasada fue empezar a
regalar broncodilatadores”.
La
palabra “muchas” indica una constante socioambiental argentina: la gente sabe
lo que ocurre pero no hay estadísticas, salvo que las propias asambleas se
pongan a contabilizar enfermedades y muertes.
Con el
broncodilatador cerca anda don Rubén Ibáñez, paisano de 66 años. Vive a 40 metros de uno de esos
explosivos pozos, apenas separado por un canal de riego. Es parte del “toxi
tour” que proponen Juan Carlos y Lidia.
La
grieta corre alrededor del techo de la casa de Ibáñez: “Es como que hubiera
querido saltar por la explosión”. Otras grietas corren por dentro: sufre EPOC
(enfermedad pulmonar obstructiva crónica). Explica Pedro, su hijo, agente
penitenciario: “Además mi papá tiene laceraciones en los pulmones de 4 milímetros , y es por
esto de los hidrocarburos”.
Ponce:
“Pero los médicos sólo certifican EPOC, y no los tajos por respirar los polvos
de sílice, que vuelan y te revientan al llegar a los pulmones: la silicosis. Las
empresas tienen las montañitas de sílice, al aire libre”. El Observatorio
Petrolero Sur ha calculado que Vaca Muerta requerirá 40 millones de toneladas
de estas arenas tóxicas durante los próximos diez años. “Nos han dicho
ignorantes, indios, analfabetos. Pero yo puse mi cuerpo, y esa es la verdad. De todo esto
que hacen, ¿qué le queda a la gente? Pura porquería”.
Don
Ibáñez tiene dificultades para respirar. “Mi hijo está sano porque se fue a
vivir a otro lado. Yo no me quiero ir aunque a veces tenemos que salir
corriendo cuando se les escapa una nube blanca de gas que nos tapa la casa. No somos
limosneros. La dignidad no se vende por una garrafa. Ya se los dije a los de la
empresa, para que sepan: voy a seguir. No le tengo miedo a la muerte”.
Manden
fruta
Allen
sigue siendo la ciudad más importante del país para la producción de peras (3200 hectáreas ) y
manzanas (2900), pero sufre desde hace décadas una crisis que el fracking está
acelerando. En el Alto Valle había 6.000 productores en los 90, 3100 en 2005 y
2200 en 2015. Sólo en Allen había 412 productores hace diez años, 320 en 2016 y
219 actualmente. Belén Alvaro, socióloga: “Han sido décadas de concentración,
se ha perdido el 60% del trabajo familiar en las chacras y los productores
chicos desaparecen. Hay que decir que la fruticultura también fue contaminante
y generadora de desigualdades. Pero las economías regionales han sido
abandonadas pese a que son las que pueblan el campo. Cuando llega el fracking a
chacras en crisis, muchos productores alquilan o venden la tierra productiva a
la petrolera”.
Sebastián
Hernández es presidente de la Cámara de Fruticultores de Allen y de la
Federación de Productores de Fruta provincial. No vive en un barrio pobre como
Costa Blanco, pero su casa también tiembla: “Tengo rajaduras y se me desmoronó
cinco veces el pozo de agua bajo tierra”. La situación: “Hoy el productor de
manzana o peras no recibe en promedio más de 4 pesos por kilo, pero le está
costando 6,50 producir. Y la fruta se vende a dos cuadras en un supermercado a
60 pesos. Yo nunca le daría la tierra productiva al fracking, pero los
productores van abandonando. Cada uno mira su nido”.
Para
producir fruta, una chacra se alquila a 1.000 pesos mensuales por hectárea. Las
petroleras ofrecen 30.000 por la misma superficie. Otra oferta: 200.000 pesos
por un año y luego 25.000 por mes. “El tema es que la tierra queda arruinada” explica
Hernández. Para afirmar las torres, instalaciones y que puedan circular los
camiones, las petroleras instalan una capa de un metro o dos de suelo calcáreo
sobre el suelo fértil, imposible de recuperar por décadas. La crisis y la
desesperación de los pequeños productores agrandan a las petroleras, bajan los
precios de las chacras, y para colmo las empresas han empezado a no pagar. Van
a juicio, y queda armado el círculo vicioso perfecto. Graciela Vega,
historiadora y creadora del sitio web Proyecto Allen: “Sé de varios casos, yo
creo que hasta especulan con que se mueran, porque muchos de los productores
son gente muy mayor”.
Hernández:
“Las regalías que deja el fracking pueden ser altas, pero en la ciudad no se
ven. Tampoco genera mucho trabajo, y menos para la gente de Allen”. El diario
Río Negro informó que durante los próximos cuatro años Allen tendrá de manera
constante tres equipos de perforación y dos de terminación “lo que representa
unos 180 puestos de trabajo permanentes”, cifra aportada por el Secretario de
energía Sebastián Caldiero quien reclamaba “que Allen ocupe puestos en los
equipos”. Aunque se agreguen los empleados de empresas de operaciones y
periféricas (unos 1.500 más), se entiende el razonamiento de Hernández. “La
actividad que realmente mueve a la economía, que genera mucha mano de obra (de 10.000 a 15.000 personas)
y movimiento comercial es la producción frutihortícola”.
Winners
y perdedores
Cálculo
fracking: YPF asegura que invertirá 598 millones de dólares en los próximos 93
pozos que perforará en Allen, que ya es el primer productor de gas de Rio Negro
y asegura haber repartido 500 millones de pesos en regalías para la provincia
durante 2017. “El problema es que no es posible la convivencia de los dos
modelos, se pierde la tierra fértil, y se pierde una matriz productiva
diversificada” dice Hernán Scandizzo, del Observatorio Petrolero Sur.
Hernández: “Otro efecto es que Chile está vendiendo manzanas con la etiqueta
‘free frack’ (libre de fracking) como si nosotros hiciéramos algo contaminado.
No es así. Todavía nuestras frutas son exportables y comestibles y de alta
calidad. Pero el Estado no hace nada para defender la producción para tenernos
débiles y caídos, y facilitar la entrada del fracking. Por eso aquí no hay una
resistencia como sí hay en Mendoza”.
Edgardo
Martin, concejal del Ari:”Todo esto tiene que ver con la contaminación. Aunque
no puedo aseverar de forma directa qué efectos tiene el fracking, sí sé que es
muy extraño todo lo que está pasando, lo asocio con las enfermedades,
y es
posible que se lo pueda saber dentro de unos años, cuando el mal esté hecho, y
ya se hayan ido. Porque el modelo del fracking es por muy poco tiempo. Después
queda el desierto. Mientras tanto funciona la prepotencia del dinero, avanzan
gracias a una oscuridad absoluta de toda información, y los controles no
existen, aunque digan lo contrario”.
Un
dato: la secretaria de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la provincia es
Dina Migani, propietaria de la empresa Quinpe , dedicada a “servicios de apoyo
para la extracción de petróleo y gas natural, la explotación de minas y
canteras, ventas al por mayor en comisión o consignación de minerales, metales
y productos químicos industriales”. Entre sus clientes están YPF, Petrobras y
Skanska.
Claudio
Correa, presidente del Concejo Deliberante de Fernández Oro, ciudad ubicada
junto a Allen, era parte de Cambiemos pero se separó: “Yo hice una ordenanza
contra el fracking, se aprobó y, como en Allen, la declararon inconstitucional.
No soy de la política, trabajé siempre en un mayorista, y llegué hablando de
transparencia. Si dicen que hay regalías y uno ve que todo está igual, ¿cuánto
se llevaron los funcionarios que aceptaron esas regalías que dependen de las
declaraciones que hacen las propias empresas? Yo lo que veo es que hay
gobernadores que no quieren el fracking porque enferma y mata, y otros que son
sobornados para aprobarlo. Pero de esa corrupción, la actual, no veo que casi
nadie esté hablando” dice Correa quien agrega un dato curioso: se ha detectado otra
roca madre bajo el monumento a San Martín en Allen. “Pero sacar gas de ahí les
costaría más caro. Las petroleras están en las chacras porque el costo es cero
y están cerca del agua”. El modelo cierra con las tarifas más altas de la
historia, lo cual permite sospechar quiénes son los que ganan con la fractura.
La
ley del benceno
No han
entendido las posibles bondades del fracking en Alemania, Francia, Gran
Bretaña, España, Italia y estados norteamericanos como Nueva York. Los datos
que no están en este curioso país se encuentran afuera. La Sociedad Médica de
Massachusetts estudió los químicos que se utilizan extraer hidrocarburo de las
grietas. El 75% son tóxicos para ojos, piel, sistema respiratorio y
gastrointestinal. Más de la mitad de esos químicos produce daños en el cerebro
y en el sistema nervioso central. El 25% tienen la posibilidad de desarrollar
en el ser humano algún tipo de cáncer o mutaciones. Las investigaciones
científicas en los Estados Unidos detectaron elementos cancerígenos como benceno
y formaldehido (el benceno especialmente ligado a las leucemias), neurotóxicos
en dosis letales, hidrocarburos también cancerígenos, disruptores y
perturbadores hormonales (otra vez el benceno y el tolueno) que provocan
malformación del esperma, reducción del crecimiento fetal, padecimientos
cardiovasculares, problemas respiratorios y asma. Detectaron además emisiones
radiactivas, 40 % de aumento de nacimientos prematuros, malformaciones,
contaminación de los suelos, del agua, del aire. Otro detalle: ninguno de los
médicos y agentes sanitarios con los que intenté hablar aceptaron hacerlo.
En los
barrios la vida se ve más clara. “Es un olor a huevo podrido que no se puede
estar” cuenta Ingrid en Costa Blanco. Su hijo Santiago no ha perdido pelo, como
Jeremías. “Lo que él tiene es miedo, por los ruidos a la noche”. El fracking
funciona en cualquier horario, la luz permanente excita a las plagas como la
carpocapsa, y el ruido puede ser insoportable: “Cuando están inyectando el agua
a presión es como que tuvieras las turbinas de un avión arriba de tu cabeza”.
Ingrid:”Aquí
muchos están con cefaleas y a otro sobrino, Leonardo, que empezó a ahogarse,
ahora le van a hacer estudios de corazón y pulmones porque no saben qué le
pasó. Tiene 11 meses”. Federico, el hermano de Gabriela, tiene diabetes.
Además, se acaba de duchar y el agua le provoca una erupción en los brazos, el
cuello, el abdomen: “Tardamos en darnos cuenta de esta desgracia. Empezó el
fracking y empezamos a ver cáncer y la enfermedad. La
muerte va más rápida. Los delincuentes son las empresas, pero si salimos a
protestar, nos procesan a nosotros. Nadie nos escucha ni nos representa. Nos
mintieron. Tendríamos que juntarnos, pero acá hasta muchos sindicatos juegan en
contra, porque los pocos que trabajan ganan bien. Aunque les dura poco y
después están igual que nosotros. Yo creo que la única solución es que haya
algún desastre grande, o que nos den algún otro lugar donde vivir. ¿Cómo quiero
vivir? Tranquilo”.
Ingrid
(2 hijxs) y Gabriela (cuatro) decidieron no esperar recursos de amparo ni
principios precautorios sino sostener la vida. Instalaron
un merendero: “Ya vienen 35 chicos. Lo primero que hicimos fue arroz con leche.
Acá te ayudan los negocios chicos. Los políticos y las empresas no solucionan
nada, porque ellos son el problema. Lo que quieren es la plata, y que el tonto
vote”. Cuentan que la falta de trabajo es absoluta. “Pero entonces, algo hay
que hacer” dicen, mientras un puñado de chiquilinas del barrio corretean y
ríen.
Epilepsia
y laurel
Algo hay que
hacer. En Allen existe un pequeño movimiento, el 23 de julio, que en 2001 fue
uno de los Movimientos de Trabajadores Desocupados (MTD). ¿Qué problemas de
salud detectan? Ivana Mamonde no duda: “Hay un alto índice de epilepsia”. En
pocos minutos mencionan más de diez casos en el barrio Progreso. “Y diabetes,
autismo, celiaquía, los temas respiratorios, dermatitis”. ¿Puede una enfermedad
como la epilepsia relacionarse con el fracking? Desde Chaco, Horacio Lucero
(jefe del Laboratorio de Biología Molecular de la Universidad Nacional
del Nordeste) plantea esta hipótesis ante la consulta: “Hay un concepto llamado
carga tóxica, sobre la sinergia entre diferentes mediadores químicos del
ambiente cuando se mezclan. Nuestro cuerpo almacena químicos y se forman
metabolitos que reaccionan en forma inesperada. Cuando hay una carga tóxica
importante que el organismo no está pudiendo metabolizar aparecen enfermedades
que ahora se pueden definir de acuerdo a la
medición de esos químicos. Está pasando con el autismo, que está aumentando en
forma exponencial y alarmante. Si agregamos a lo que comemos la exposición a
una actividad como el fracking, con antecedentes tremendos, y aparece la
epilepsia por encima de cualquier estadística, hay que tomar registros porque
todo lo relativo a neurotransmisores es tan delicado como el equilibrio que
tiene que haber a nivel hormonal”.
En el 23 de
Julio René Irurzun, el Vasco, razona: “El fracking genera la enfermedad en el
cuerpo que resiste cuando lo acorralan contra el sentido de la vida. Pero es también
el símbolo de una tecnología que divide, mete toxicidad, miente, oculta,
siembra desesperación, formatea la subjetividad, hace que a nadie le importe
nada. Creo que es un error pensar en la salida individual, y también
subordinarse y esperar que lo estatal lo resuelva todo”. Ivana: “La gente está
atomizada. Por eso estamos reivindicando el encuentro, lo social y grupal”.
Vasco: “Un ejemplo es el movimiento de mujeres, que le exige al Estado
corporativo, pero no se queda en eso y sigue generando espacios de libertad
social”.
En el barrio
Progreso Ivana, su compañero Carlos, el Vasco y decenas de vecinas lograron
instalar una huerta agroecológica con dos invernaderos, que ya alimenta a unas
300 personas y deja un excedente para venderle a unas 100 más: personas de ese
barrio obrero, y otras que hacen kilómetros atraídas por la idea de comer una
producción que además de sana es más barata que en las verdulerías
convencionales. “Además de la autonomía que implica el autoabastecimiento, el
propio trabajo está teniendo un efecto enorme incluso en esos casos de
epilepsias y depresiones. Hay algo curativo en el trabajo en común para algo
tan concreto como esto, y encima se está replicando en varias casas del barrio”
explica Ivana.
Los
invernaderos los aportó un productor de plantines hortícolas, Ernesto
Wolfschmidt: “Vi lo que hacen, y creo que es fascinante. Yo soy un productor
convencional que trato de usar lo mínimo de agroquímicos, pero aprendo de ellos
que están haciendo algo natural, por fuera del sistema de las grandes
corporaciones que te hacen totalmente dependiente. Es un sistema bastante
perverso. Pero estas personas no se quejan, y hacen. Siempre vemos todo mal.
Pero acá vemos cosas muy buenas que empiezan en una escala pequeña y se va a
hacer grande, porque no vamos a parar”. No sé cómo este viaje pasó del fracking
a las lechugas. Y al laurel, porque me cuentan que cuando todo es un bajón, el
laurel es revitalizante.
En Allen se
aprende que la grieta no es la de los balbuceos de los panelistas televisivos,
ni la que define qué mal menor electoral votar en 2019. La verdadera grieta es
la que produce miedo vital, indiferencia social y formateo cerebral. La
fractura de los territorios y las personas. La atomización. La
realidad que intoxica y vampiriza las capacidades humanas.
Pese a todo,
en Allen hay personas, grupos y asambleas que no se resignan. Que apuestan cada
día a que la vida sea una aventura posible. Lo enseñan en tres palabras: algo
hay que hacer.
Fuente:
https://www.lavaca.org/mu128/la-verdadera-grieta-viaje-a-allen-tierra-de-fracking/
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