Porqué dejar de delegar
la soberanía de los pueblos.
La actual situación
catastrófica del país y del Abya Yala responde a la ofensiva del sistema mundo
capitalista contra los pueblos, los trabajadores y los campesinos e indígenas
de todo el planeta. El sistema mundo capitalista no lo hace por estar en
prosperidad. Desde 2008 está en crisis estructural globalizada por casi nulo
aumento en la inversión productiva y la
débil generación de plusvalía.
En el Abya Yala, desde mediados de los setenta,
la alianza de transnacionales y sus Estados con las elites locales ha ido
desterritorializando y reterritorializando el continente, de un modo
multifacético e integral, para garantizar su incesante acumulación gran
capitalista mediante, fundamentalmente, los extractivismos. Hoy tiende a
generalizar e intensificar el Plan Colombia donde la política de estado (bajo
adoctrinamiento de EE.UU. y de Israel) es el paramilitarismo asociado al
narcotráfico con fines de control sobre posibles o reales insubordinaciones
populares para garantizar el clima de negocios de las transnacionales.
Acaba de transcurrir octubre y fue trascendente por las
“revueltas en América Latina” al decir de Zibechi quien descubre, detrás de sus
distintas formas de expresión, causas comunes: los problemas sociales y
económicos que genera el extractivismo o acumulación por despojo. Por
extractivismos se entiende a los monocultivos transgénicos de exportación; la
megaminería; el fracking para extracción de hidrocarburos petrificados; las
mega-obras de infraestructura, de turismo y de especulación inmobiliaria
urbana. Que no sólo destruyen la naturaleza y quitan/envenenan a bienes comunes
naturales sino también agravan cada vez más la desigualdad y la exclusión
sociales con las consecuentes militarización de los territorios y la violencia
contra las mujeres, o feminicidio.
En Argentina, las
instituciones de representación política y gremial han estado bloqueando la
resistencia al ajuste sin anestesia. Se valieron primero de modelar la
esperanza de que los dramas comiencen a superarse mediante las elecciones. Y
cuando sucede el rotundo triunfo de la fórmula F-F , lo atribuyen a la sabia voluntad
popular. La elogian tanto como si buscasen tapar la realidad concreta de que no
resultó en ¡fuera Macri! Al contrario, resultó en continuidad del aguante abajo
y de la tregua política. Pero se desentienden de las consecuencias de estar
imponiendo el aguante al hambre, la desesperación y la represión.
Es que, en acuerdo
con la función de las elecciones, no les preocupa el empobrecimiento y su
profundización sino que sólo procuran mantener la gobernabilidad y la
legitimación del privilegio a ‘inversores’ y ‘acreedores’ por sobre las
necesidades e intereses populares. También así se explica porqué prosiguió el
acuerdo entreambos bandos de la ‘grieta’ en acelerar el agravamiento extremo de
las condiciones mayoritarias de vida y trabajo. Por un lado, para que el nuevo
gobierno justifique no actuar según las expectativas del electorado en razón de
la pesada herencia. Por otro lado, acelerar la expansión de extractivismos
mediante la implantación estatal del amedrentamiento popular por dejar sin
sueldos ni obras sociales como, lo ejemplifica, la gravísima situación de docentes
y trabajadores estatales de la provincia de Chubut donde el gobierno de Arcione
pertenece al Partido Justicialista, Frente de Todos.
Así como José Luís Gioja fue designado presidente del Partido
Nacional Justicialista en momentos en que se denunciaban derrames de cianuro
desde 2011 por la Barrick
Gold en el río Jachal, el carácter antipopular del PJ vuelve
a patentizarse en que no se responsabiliza ante las consecuencias presentes y
futuras del hambre, la desesperación y la represión. Pero sí
se preocupa por el Estado –bajo gestión progresista o neoliberal- en sus
distintas jurisdicciones siga gestionando la expansión de la acumulación gran
capitalista. Que se realiza por súper explotación del trabajo social y de la
naturaleza y por despojo de territorios (o arrasamiento de comunidades,
culturas e identidades plurinacionales y acaparamiento de tierras y otros
bienes comunes).
Pareciera hoy que ha surgido la ayuda a los desposeídos de todo
por el sistema. Ambas “o” (oficialismo y oposición) promulgaron la ley que
prorroga hasta el año 2022 la emergencia alimentaria que rige desde 2002. Dicen
atender al reclamo de los movimientos sociales. Sin embargo, los del
oficialismo celebraron la redacción del proyecto porque las metas fiscales de Cambiemos
no son afectadas ni se quita al Poder Ejecutivo la facultad de reasignar
partidas presupuestarias.
Por su parte, a semanas de las elecciones, el
Frente de Todos ha consolidado la usurpación del poder popular mediante
la unidad de las CTA con la
CGT. Persigue la ‘paz social’ o la delegación del poder de
decidir el destino común de las grandes mayorías sea como sea y programa la
lucha contra el hambre en vez de contra la acumulación de riquezas y poder del
gran capital local e imperialista. Por el contrario, la garantiza promoviendo
el desarrollo de los extractivismos.
Ambas “o” mantienen a las mayorías en la creencia de no tener
otra que conformarse con sobrevivir. Sobre todo, lo consiguen situándolas de
espaldas a las defensas y recuperaciones de territorios y bienes comunes que
diversidades de abajo están concretando a lo largo y ancho del país-continente.
De ahí lo perentorio de convocar a instalarlas en la agenda social mirando a
convertirlas en políticas de la unión de pueblos y naciones del país-continente.
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