10 de noviembre de 2019

IV. El "pacto social" y el Grupo de Puebla contra autodeterminación de los pueblos.

   
Porqué dejar de delegar
la soberanía de los pueblos.

La actual situación catastrófica del país y del Abya Yala responde a la ofensiva del sistema mundo capitalista contra los pueblos, los trabajadores y los campesinos e indígenas de todo el planeta. El sistema mundo capitalista no lo hace por estar en prosperidad. Desde 2008 está en crisis estructural globalizada por casi nulo aumento en la inversión productiva y la débil generación de plusvalía.

En el Abya Yala, desde mediados de los setenta, la alianza de transnacionales y sus Estados con las elites locales ha ido desterritorializando y reterritorializando el continente, de un modo multifacético e integral, para garantizar su incesante acumulación gran capitalista mediante, fundamentalmente, los extractivismos. Hoy tiende a generalizar e intensificar el Plan Colombia donde la política de estado (bajo adoctrinamiento de EE.UU. y de Israel) es el paramilitarismo asociado al narcotráfico con fines de control sobre posibles o reales insubordinaciones populares para garantizar el clima de negocios de las transnacionales.

Acaba de transcurrir octubre y fue trascendente por las “revueltas en América Latina” al decir de Zibechi quien descubre, detrás de sus distintas formas de expresión, causas comunes: los problemas sociales y económicos que genera el extractivismo o acumulación por despojo. Por extractivismos se entiende a los monocultivos transgénicos de exportación; la megaminería; el fracking para extracción de hidrocarburos petrificados; las mega-obras de infraestructura, de turismo y de especulación inmobiliaria urbana. Que no sólo destruyen la naturaleza y quitan/envenenan a bienes comunes naturales sino también agravan cada vez más la desigualdad y la exclusión sociales con las consecuentes militarización de los territorios y la violencia contra las mujeres, o feminicidio.
 
En Argentina, las instituciones de representación política y gremial han estado bloqueando la resistencia al ajuste sin anestesia. Se valieron primero de modelar la esperanza de que los dramas comiencen a superarse mediante las elecciones. Y cuando sucede el rotundo triunfo de la fórmula F-F, lo atribuyen a la sabia voluntad popular. La elogian tanto como si buscasen tapar la realidad concreta de que no resultó en ¡fuera Macri! Al contrario, resultó en continuidad del aguante abajo y de la tregua política. Pero se desentienden de las consecuencias de estar imponiendo el aguante al hambre, la desesperación y la represión.

Es que, en acuerdo con la función de las elecciones, no les preocupa el empobrecimiento y su profundización sino que sólo procuran mantener la gobernabilidad y la legitimación del privilegio a ‘inversores’ y ‘acreedores’ por sobre las necesidades e intereses populares. También así se explica porqué prosiguió el acuerdo entreambos bandos de la ‘grieta’ en acelerar el agravamiento extremo de las condiciones mayoritarias de vida y trabajo. Por un lado, para que el nuevo gobierno justifique no actuar según las expectativas del electorado en razón de la pesada herencia. Por otro lado, acelerar la expansión de extractivismos mediante la implantación estatal del amedrentamiento popular por dejar sin sueldos ni obras sociales como, lo ejemplifica, la gravísima situación de docentes y trabajadores estatales de la provincia de Chubut donde el gobierno de Arcione pertenece al Partido Justicialista, Frente de Todos.

Así como José Luís Gioja fue designado presidente del Partido Nacional Justicialista en momentos en que se denunciaban derrames de cianuro desde 2011 por la Barrick Gold en el río Jachal, el carácter antipopular del PJ vuelve a patentizarse en que no se responsabiliza ante las consecuencias presentes y futuras del hambre, la desesperación y la represión. Pero sí se preocupa por el Estado –bajo gestión progresista o neoliberal- en sus distintas jurisdicciones siga gestionando la expansión de la acumulación gran capitalista. Que se realiza por súper explotación del trabajo social y de la naturaleza y por despojo de territorios (o arrasamiento de comunidades, culturas e identidades plurinacionales y acaparamiento de tierras y otros bienes comunes).

Pareciera hoy que ha surgido la ayuda a los desposeídos de todo por el sistema. Ambas “o” (oficialismo y oposición) promulgaron la ley que prorroga hasta el año 2022 la emergencia alimentaria que rige desde 2002. Dicen atender al reclamo de los movimientos sociales. Sin embargo, los del oficialismo celebraron la redacción del proyecto porque las metas fiscales de Cambiemos no son afectadas ni se quita al Poder Ejecutivo la facultad de reasignar partidas presupuestarias.

Por su parte, a semanas de las elecciones, el Frente de Todos ha consolidado la usurpación del poder popular mediante la unidad de las CTA con la CGT. Persigue la ‘paz social’ o la delegación del poder de decidir el destino común de las grandes mayorías sea como sea y programa la lucha contra el hambre en vez de contra la acumulación de riquezas y poder del gran capital local e imperialista. Por el contrario, la garantiza promoviendo el desarrollo de los extractivismos.

Ambas “o” mantienen a las mayorías en la creencia de no tener otra que conformarse con sobrevivir. Sobre todo, lo consiguen situándolas de espaldas a las defensas y recuperaciones de territorios y bienes comunes que diversidades de abajo están concretando a lo largo y ancho del país-continente. De ahí lo perentorio de convocar a instalarlas en la agenda social mirando a convertirlas en políticas de la unión de pueblos y naciones del país-continente.

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