Evo, la hoz y la cruz
11 de julio de 2015
Por Pablo Stefanoni (Panama Revista)
Francisco le gusta dejar marcas a través de
actos simbólicos, como los que hasta ahora le vienen generando tanta gran
popularidad en todo el mundo. Y Evo Morales es en ese sentido una de las hormas
de sus zapatos. El presidente boliviano ha construido su carrera sindical y
política a fuerza de símbolos, cuya motorización le permitió llegar al Palacio
Quemado como el primer presidente aymara de Bolivia. Fue Evo uno de los
principales artífices, por ejemplo, de la transformación de los cultivos de
coca, bajo el fuego de las políticas de erradicación con apoyo de Estados
Unidos, en “hoja sagrada” (lo era en el mundo andino pero no con tanta potencia
simbólica) y enemblema de la dignidad “contra el imperio”.Kawsachun coca,
wañuchun, yanquis (viva la
coca, mueran los yanquis), era la consigna. Todos recuerdan cuando apenas ganar,
Evo resonó al presentarse sin complejos frente al rey Juan Carlos vestido con
una chomba (suéter) a rayas, fuera de todo protocolo. Mario Vargas Llosa lo
consideró una genialidad de un operador de marketing, pero fue más bien el azar
de una maleta hecha a las apuradas. O cuando le regaló un charango forrado de
hojas de coca a Condolezza Rice, o un retrato de Bolívar a Álvaro Uribe hecho
con collage de esas hojas por el pintor Gastón Ugalde (el colombiano respondió
“ojalá la coca solo sirviera para esto”).
El Papa es peronista, pero Evo también puede
ser “peronista” cuando quiere…
Si Francisco pasó por Ecuador, donde lo
recibió el presidente Correa, un devoto católico social, y la noticia fue la
gran cantidad de público, en La Paz, la novedad además de las masas en las
calles fue que Morales le obsequió, entre varios regalos, una cruz sobre una
hoz y un martillo, una réplica de la construida por el cura hispano-boliviano
Luis Espinal. Pero quién era el autor de esa obra se sabría después de
cataratas de opiniones en las redes sociales.
Francisco lo recibió con sorpresa y - según parece - balbucear en
los videos que circulan por la web dice “eso no está bien” (ver:https://www.youtube.com/watch?feature=player_embedded&v=B4bFGdmwLkI).
Más tarde, el portavoz del Vaticano, Federico
Lombardi, explicó hoy que el papa Francisco “no tuvo una particular reacción
negativa”. El jueves, todos los diarios –y sitios de noticias– de todo el mundo
tienen la noticia de la “cruz comunista”. Algunos, en las redes, hablan de una
“cruz blasfema”, y todos tardaron en encontrar el sentido a ese gesto de
Morales que tiñó la visita de Francisco a La Paz, entre un baño de multitudes,
y con un discurso que el diario El País consideró “un espaldarazo” para el jefe
de Estado boliviano, precisamente cuando empieza a sonar la posibilidad de que
busque un cambio constitucional para poder volver a presentarse en 2020 y
cuando el país está pendiente de la decisión de la Corte de La Haya, que debe
decidir si acepta o rechaza la demanda marítima boliviana contra Chile. Evo
metió el tema en su discurso: “Bienvenido, hermano Papa, a una parte de la
patria grande a la que se le ha mutilado su acceso al mar”. Y el pontífice
respondió, en uno de sus discursos: “Estoy pensando en el mar. Diálogo.
Diálogo”. Música para los oídos a este lado de los Andes y alarma del otro…
como escribió Sergio Molina en un artículo en la revista Nueva Sociedad, la cancillería
chilena –desde que se anunció su viaje a Bolivia– temía palabras como esas.
Evo nunca tuvo demasiada simpatía por la
Iglesia católica. En algunos momentos se acercó a los metodistas para marcar
distancias y en otras ocasiones la acusó de aliada de la oligarquía o de
colonial, pero los lazos –como en otros casos– mejoraron con el Papa argentino.
Pese a esa distancia de la curia, o precisamente debido a ella, Evo siempre
colocó al cura Espinal en el panteón del nuevo Estado Plurinacional. En su
discurso de investidura lo nombró junto a Túpac Amaru, Túpac Katari, Bartolina
Sisa, Ernesto Che Guevara y el diputado socialista Marcelo Quiroga Santa Cruz
(también asesinado por paramilitares en 1980). Se trata en todos los casos de
líderes/víctimas, a los que a veces suma al presidente Gualberto Villarroel,
asesinado y colgado de un farol de la Plaza Murillo en 1946.
Muchos escribieron sobre esa cruz en las redes
sin saber de dónde venía esa “polémica” cruz. El dibujante Liniers posteó en
twitter “Ateísmo comunista + Jesús + Evo + Papa = Post post post modernismo”.
Una “señora católica” (tal su nombre de twiter) dijo que “Por cosas como esta,
Dios le quitó el mar a Bolivia”. Otros acusaron de “ignorante” a Evo ignorando
ellos el origen de esa cruz.
Lucho Espinal fue poeta, periodista, cineasta y jesuita. “Era
casi medianoche cuando lo secuestraron en La Paz. Luis Espinal
Camps volvía del cine a pie y le faltaba una cuadra para llegar a su casa, pero
lo montaron en un jeep. Era casi medianoche cuando lo secuestraron en La Paz. Quiso la
accidentada historia de América Latina que Espinal y el obispo salvadoreño
Óscar Arnulfo Romero fueran asesinados con un margen de dos días: el primero el
22 y el segundo el 24 de marzo de 1980” ,
recuerda el periodista boliviano Boris Miranda en un artículo publicado en la BBC. Francisco
paró su comitiva para hacerle un breve homenaje en las afueras de La Paz (donde
fue encontrado su cuerpo). “Espinal predicó el evangelio y ese evangelio
molestó. Por eso lo eliminaron”, dijo el Papa. El evangelio que molestó no era,
sin duda el oficial.
Hacia el final de sus días, Espinal fue
director del mítico semanario Aquí.
Además de quedarse definitivamente en Bolivia, comprometió su vida con las
luchas obreras, en las que los mineros eran la vanguardia indiscutida. Su
muerte ocurrió poco antes del “golpe” de Luis García Meza, quien suele ser
asociado al crimen, que quedó impune. En esa narcodictadura el ministro del
Interior Luis Arce Gómez recomendó a los díscolos “andar con el testamento bajo
el brazo”. El golpe fue en julio pero desde antes los paramilitares comenzaron
a asesinar activistas vinculados al movimiento popular y a la izquierda. García Meza
dejó sus memorias en el libro Yo
dictador.
Espinal también se dedicó al producción y a la
crítica cinematográfica. En 2007 –recuerda Miranda– el Evo Morales decretó la
fecha de su secuestro como el día del cine boliviano.
Desde Aquí denunció las injusticias y combatió el
orden social, al tiempo que se ponía al servicio de las luchas por la
democracia en un periodo marcado por breves gobiernos y brutales golpes de
Estado. Sus oraciones eran a quemarropa, como se titula uno de sus libros que
compilan sus intervenciones. En uno de sus editoriales escribió: “El periodismo
oficial es un periodismo para el consumo; por esto su base es el
sensacionalismo; los hechos más llamativos y vistosos; la historia se concibe
solamente como narración y espectáculo. Por el contrario, un periodismo popular
y progresista va de cara al cambio; y lo que busca es lo más importante, lo más
significativo (aunque no sea vistoso) dentro de la dinámica de la historia que
se está haciendo. Aclarar la actualidad histórica es indispensable para una
ubicación correcta dentro de la acción histórica y política” (Luis Pedrajas, ¡Lucho Vive!, 1999).
Pero además, Espinal hacía tallados en madera.
“Los tallaba sobre todo en fines de semana, con frecuencia para regalarlos a
diversos amigos; y siempre con temas adecuados a su situación o reflejando
ideas centrales de sus propias vivencias espirituales, cotidianas y políticas”,
escribió hace poco el también jesuita Xavier Albó. “El tallado de mayor tamaño
es sobre la huelga de hambre (por la democracia), con multitud de rostros,
simplemente delineados, un hambriento esqueleto en el centro y, en las cuatro
esquinas, en diagonal, dos cabezas de animales feroces, una flor y una
estrella”. Otro fue “la nueva cruz que Lucho acopló al Cristo de sus primeros
votos, con un martillo vertical y una hoz horizontal para expresar el necesario
pero huidizo diálogo cristian o
marxista, con los obreros y campesinos. El que lo hiciera con el Cristo de sus
votos muestra cuán adentro sentía la urgencia de tal diálogo”. Esta es la cruz de
la polémica.
Como toda performance,
el regalo incomodó al Pontífice. Como toda performance se puede discutir sobre
su “oportunidad”. Pero al menos trajo al presente a este cura incómodo que
escribía cosas como estas. En su escritorio, después de su asesinato, se
encontró este texto, “No queremos mártires”:
“El país no necesita mártires, sino
constructores. No queremos mártires, así se queden vacías las horas cívicas. El
mártir es un personaje vistoso, demasiado emotivo; es el último refugio para
los ‘héroes’ revolucionarios, sobre todo si proceden de la pequeña burguesía.
El mártir es demasiado vistoso, y los personajes vistosos no sirven para el
socialismo; piensan demasiado en sí mismos. El mártir es el último aventurero;
en otro siglo, pudo haber sido una pirata o un negrero. El mártir es un
individualista, equivocado de lado. El mártir es un masoquista; si no puede
vencer en el triunfo, procura sobresalir en la derrota. Por esto, le
gusta ser incomprendido y perseguido. Necesita al torturador; e
inconscientemente lo crea. ¿El mártir no será un flojo? No tiene la constancia
para vivir revolucionariamente; por esto quiere morir, en espera de convertirse
en personaje de vitrina. Porque el mártir tiene algo de figurón y de torero. El
grupo político desplazado tiende a la mística del martirio; procura sublimar la derrota. En cambio, el
pueblo no tiene vocación de mártir. Cuando el pueblo cae en el combate, lo hace
sencillamente, cae sin poses, no espera convertirse en estatua. Por ello,
necesitamos videntes, políticos, técnicos, obreros de la revolución; pero no
mártires. No hay que dar la vida muriendo, sino trabajando. Fuera los slogans
que dan culto a la
muerte. Alguien dijo: ‘El peso lo llevan los bueyes, y no las
águilas’. Para la revolución social desconfiamos del entusiasmo adolescente.
Los mártires son adolescentes. Y hay adolescentes de 50 años de edad. La
revolución es algo demasiado serio para tomársela a la ligera. La revolución
es violenta: es una operación quirúrgica social; por esto no hay que
entusiasmarse con el bisturí. Dicen que la revolución es laica; pero si nos
descuidamos podemos caer en todos los mitos idolátricos de culto a la
personalidad, al esfuerzo, al melodrama… Pero, revolución y melodrama no
combinan. Porque la revolución necesita hombres lúcidos y conscientes;
realistas, pero con ideal. Y si un día les toca dar la vida, lo harán con la
sencillez de quien cumple una tarea más, y sin gestos melodramáticos”.
* Doctor en
Historia, economista y periodista. Actualmente se desempeña como Jefe de
Redacción de la
Revista Nueva Sociedad (Fundación Friedrich Ebert). Fue
director de Le Monde Diplomatique-Bolivia y miembro del consejo editorial del
semanario Pulso. Es coautor de La
revolución de Evo Morales (Capital
Intelectual), de Debatir
Bolivia (Taurus) y Los inconformistas del Centenario.
Intelectuales, socialismo y nación en una Bolivia en crisis (1925-1939) (Plural).
Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=200954
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