Estatismo burgués y
clase obrera
1 de septiembre de 2015
Por Rolando Astarita
Rolando Astarita [Blog]
En el curso del debate sobre la herencia
económica del kirchnerismo (ver aquí), surgió el tema del estatismo burgués en relación a la
clase obrera.
En esa circunstancia, planteé que los gobiernos
Kirchner utilizaron y utilizan con frecuencia la intervención económica del
Estado, y las estatizaciones de empresas, para debilitar al movimiento obrero,
y a los movimientos sociales, y que esto, lejos de tener algún rol progresivo, es reaccionario y de derecha.
Sostuve que eso ocurría cuando, por ejemplo:
- El gobierno discrimina en el
otorgamiento de planes sociales a los movimientos de desocupados que son
críticos;
- En la contratación de
empleados públicos o de empresas estatales se prioriza a los militantes de
la agrupación oficialista La Cámpora, o del peronismo (como en otras
ocasiones, de radicalismo o del partido de Macri);
- Los punteros de La Cámpora
hostigan y persiguen a delegados y activistas de las empresas o
instituciones estatales que no adhieren “al proyecto nacional”;
- Se despide a un trabajador de
un obrador público porque se niega a concurrir a una marcha en apoyo del
gobierno de Cristina K;
- En una cooperativa de
trabajadores financiada por el Estado se disminuye la paga a una
trabajadora por la misma razón.
Señalé también que es un error de muchos
grupos de izquierda disimular estas cuestiones, por temor a ser calificados de
“derecha”, y reivindiqué la crítica de Marx y Engels a Bismark, quien buscaba
debilitar al movimiento obrero a partir del control de las cooperativas de
trabajo. Dado que esta cuestión ha sido silenciada por la izquierda adoradora
del Estado burgués –¿para aplaudir sin incomodidades intelectuales a un Chávez
o a un Maduro?– , en lo que sigue la presento a consideración de los lectores
del blog.
La crítica al control bonapartista clientelar
Uno de los pasajes en que de forma más clara
encontramos la posición de Marx frente a las cooperativas obreras sustentadas
por el Estado prusiano, es una carta que dirige a Engels, con fecha 18 de
febrero de 1865. En ella transcribe un pasaje de una carta anterior, en la que
afirmaba: “… el apoyo del gobierno real prusiano a las cooperativas –y
cualquiera que conozca las condiciones prusianas sabe de antemano las
dimensiones necesariamente diminutas que tiene– carece de valor alguno como
medida económica, pero en cambio extiende el sistema de tutela, corrompe un
sector de los obreros y castra el movimiento. (…) Está fuera de toda duda que la
infortunada ilusión de Lassalle concerniente a la intervención socialista en un
gobierno prusiano terminará en un chasco. La lógica de las cosas dirá su
palabra. Pero el honor del partido obrero exige que renuncie a tales espejismos
aun antes de que la experiencia demuestre su vaciedad. La clase obrera es
revolucionaria o no es nada”.
Tengamos presente que este era uno de los
motivos por los que Marx rechazaba la “realpolitik” de Lassalle. En una
carta dirigida a Kugelmann, apenas cinco días después de la anterior, escribía:
“Lassalle se descarriló porque era un “Realpolitiker”…”. (…) “Los
obreros alemanes estaban demasiado ‘corrompidos’ por la despreciable ‘política
práctica’ que había inducido a la burguesía alemana a tolerar la reacción de
1849-1850 y el embotamiento del pueblo, como para no saludar con alborozo a un
salvador curandero como este [se refiere a Lassalle], que les prometía
llevarlos de un salto a la tierra prometida”.
Esta posición se continúa en “Glosas
marginales al Programa del Partido Obrero Alemán”, también conocidas como
“Crítica del programa de Gotha”. El programa de Gotha había sido adoptado a
raíz de la fusión del Partido Obrero Socialdemócrata Alemán, dirigido por
Liebknecht y Bebel, y la Asociación General Obrera Alemana (lassalleanos),
en mayo de 1875. Marx y Engels lo criticaron, y caracterizaron que se habían
impuesto las ideas de los lassalleanos. Lo relevante para lo que nos ocupa es
que el programa exigía la creación de cooperativas de producción “con la ayuda
del Estado y bajo control del pueblo trabajador”, como medio para preparar “la
solución del problema social”.
En su crítica Marx sostiene que en el programa
la “organización socialista del trabajo” no surge del proceso revolucionario de
transformación de la sociedad, sino de la “ayuda” que el Estado prestaría a “cooperativas
de producción creadas por él y no por los obreros”. Además el solo hecho de que
el “pueblo trabajador” planteara esas reivindicaciones al Estado demostraba que
no estaba en el Poder, ni estaba maduro para gobernar. Por otra parte, Marx
equipara la reivindicación de las cooperativas obreras financiadas por el
Estado con la reivindicación de los obreros reaccionarios franceses, agrupados
en torno a la revista Atelier,
bajo el reinado de Luis Felipe [la revista Atelier apareció entre 1840 y 1850 y reunió a
seguidores de Philippe Buchez; Buchez defendía un socialismo católico y la
creación de cooperativas con el apoyo del Estado]. Marx afirma que los alemanes
habían abandonado “el punto de vista del movimiento de las clases, para
retroceder al movimiento de las sectas”, y agrega:
“El que los obreros quieran establecer las condiciones de
producción colectiva en toda la sociedad y ante todo en su propia casa, en una
escala nacional, solo quiere decir que laboran para subvertir las actuales
condiciones de producción, y eso nada tiene que ver con la fundación de
cooperativas con la ayuda del Estado. Y, por lo que se refiere a las sociedades
cooperativas actuales, estas solo tienen valor en cuanto son creaciones
independientes de los propios obreros, no protegidas ni por los gobiernos ni
por los burgueses”.
También Engels, en carta a Bebel (18-28 marzo
1875), y criticando esa demanda del programa de Gotha, escribía: “En cuarto
lugar, el programa plantea como única reivindicación social la ayuda del Estado
de Lassalle en su forma más desnuda, como Lassalle la robó de Buchez. ¡Y esto
después que Bracke ha demostrado muy bien la completa nulidad de esta
reivindicación y después que casi todos, si no todos los oradores de nuestro
partido, se vieron obligados a pronunciarse contra esta ayuda del Estado al
combatir a los lassalleanos! Nuestro partido no podía rebajarse más. El
internacionalismo rebajado a nivel de Armand Gögg [demócrata alemán, dirigente
de la Liga por la Paz y la Libertad] y el socialismo rebajado al nivel del
republicanismo burgués de Buchez, quien planteó esta reivindicación en
oposición a los socialistas, ¡para luchar contra ellos!”
En el mismo sentido Engels, en “La
contribución al problema de la vivienda”, se refiere a la reforma urbanística de
París, bajo la dirección de Haussmann. Además del aspecto estratégico militar
–abrir amplias calles rectas, que hicieran inútiles las barricadas frente a la artillería- Engels
señala que el plan Haussmann tenía como finalidad “formar un proletariado de la
construcción específicamente
bonapartista y dependiente del gobierno” (énfasis añadido).
Independencia de clase y crítica marxista
La crítica a toda forma de control del
movimiento obrero por el Estado está en la esencia de la tradición
revolucionaria del marxismo. El estatismo burgués puesto al servicio de la
división, cooptación y corrupción de los trabajadores no tiene un ápice de
progresivo. Pero estas prácticas hoy están naturalizadas y son justificadas por
gran parte del progresismo bienpensante izquierdista, y un amplio abanico de la
izquierda “nacional, antiimperialista y popular”.
Lo grave es cuando esta corrupción organizada penetra en las
filas del movimiento obrero, divide, envenena las relaciones, amedrenta y
corrompe. Y desde la izquierda marxista tenemos que admitir que amplios
sectores de la clase obrera argentina toleran, por lo menos, esta injerencia
sistemática del estatismo burgués burocrático.
Para decirlo en las palabras de Marx, aceptar estas prácticas equivale a abandonar el punto de
vista de clase. Es que la independencia de clase sigue siendo la piedra
angular de la lucha contra el capital y su Estado. Por eso, hay que presentar
el problema en toda su dimensión, sin demagogia, disimulos ni frases
consoladoras.
Anexo: Algunas reflexiones a partir de los K-insultos
La publicación de la nota “Estatismo burgués y
clase obrera" ha despertado la ira de un defensor del kirchnerismo, que
firma JS. Sin negar la existencia de las prácticas que señalo en la nota, ni
discutir con argumentos, JS envió tres “comentarios” con una catarata de
insultos hacia mi persona. De acuerdo a las reglas establecidas en este blog,
los insultos fueron a parar a la papelera.
En principio, hasta aquí no habría novedad con
respecto a lo que nos tienen acostumbrados estos K-personajes que abundan en
las web. Sin embargo, no por habitual el asunto deja de dar pie para algunas
reflexiones acerca de la naturaleza y el sentido político e ideológico de este
método basado en el improperio y la descalificación personal. Como he afirmado
en otra nota, referida a muchos debates en la izquierda, las formas de
discusión traducen contenidos, concepciones programáticas e idearios (ver aquí). Y en el caso de las K-descalificaciones, lo cierto es
que se apela a cualquier bajeza con tal de destruir al oponente. Se trata, en
última instancia, de un método stalinista, puesto al servicio de la defensa del orden
establecido (y esta ha sido
la naturaleza última del stalinismo).
En el caso que nos ocupa, lo que ha alterado
los nervios del K-insultador ha sido la invitación a pensar sobre las formas en
que el Estado burgués es utilizado para dividir, corromper y desmoralizar a la
clase trabajadora. Semejante sugerencia al fanático se le representó
intolerable, y reaccionó. Aunque se trata de un blog marginal, la simple idea
de abrir un debate sobre la cuestión, debe ser atacada de raíz. Ni siquiera
puede admitir los hechos (clientelismo, represalia a los trabajadores que no se
someten, etcétera) que dispararon el tema. Menos todavía, reflexionar sobre ellos
(sobre el “atrévete a pensar”, ver aquí). Para ahondar sobre el significado de esta cuestión,
amplío con ideas que han sido desarrolladas por Kenneth Westphal en Hegel’s Epistemology (para una referencia más completa, ver aquí).
“Escrutinio público y externalismo”
Empiezo con lo elemental: los juicios que
realizamos, para que lleguen a ser juicios maduros, deben basarse en un
análisis racional, en evidencia y argumento. Sin embargo, debido a nuestra
falibilidad, solo podemos ejercer un juicio maduro de forma colectiva, o sea, en
el marco de algún grupo que provea educación crítica y escrutinio público. La
razón es que somos lo que somos como individuos humanos que piensan, y tenemos
las habilidades cognitivas que tenemos, solo
a través de nuestros compromisos y nexos con nuestros contextos naturales y
sociales. En otros términos, no existe el pensador individual sin contexto
social. Por eso, siempre surgen tensiones entre el razonamiento individual y
las prácticas establecidas; y a través de estas tensiones e interacciones
nuestras teorías, ideas, preconceptos, son corregidos. Por eso, esa corrección es también un
fenómeno social.
De todo esto surge entonces un realismo
epistemológico social e históricamente fundado. Esto es, nuestros conceptos
tienen una base natural, histórica y social; y a través de ellos comprendemos
el mundo y nos comprendemos a nosotros mismos. Como puede advertirse, en esta
concepciónes clave el externalismo del contenido mental: la noción de
externalismo hace referencia a que algunos contenidos de nuestros estados
mentales solo pueden ser plenamente especificados en relación a objetos o eventos de
nuestro entorno que son “externos” a nuestras mentes o cuerpos. Si no
existieran esos eventos, que se reproducen con cierta regularidad, no podríamos
hacer juicios ni identificar eventos y objetos, ni podríamos distinguirnos de
ellos, o ser autoconscientes. Por eso se trata, en definitiva, de una condición
de autoconciencia.
Bajado a la tierra del tutelaje bonapartista
Lo anterior, que está planteado a un cierto
nivel de abstracción filosófica, es sencillo de bajar a tierra en referencia a
la nota sobre el Estado burgués y su control-injerencia en la clase obrera. El
punto de partida del planteo que hice es una práctica sistemática: la del puntero
político-burócrata-funcionario público que utiliza el poder del Estado para
controlar, dividir, corromper al movimiento obrero e inculcar la colaboración
de clase. Una práctica verificada a través de múltiples datos, que son
suministrados a nivel social. Una práctica social que es externa a nuestra
mente, esto es, que puede registrarse de manera objetiva (a X lo echaron del
obrador público Y por negarse a ir a la manifestación gubernamental, etcétera).
Es entonces con este punto de partida que
pensamos estos hechos y eventos, y revisamos y reelaboramos, o elaboramos
nuevas concepciones. Pero lo hacemos utilizando habilidades y recursos
conceptuales y lingüísticos desarrollados y enseñados. Por ejemplo, en el caso
que nos ocupa, algunos activaremos nociones como clase obrera y capital, Estado
y bonapartismo, burocracia y capitalismo, independencia de clase y colaboración
de clase, etcétera. Otros pensarán en base a otras categorías (se me ocurre,
del tipo unidad nacional e imperio, grupos económicos, ser nacional, patria,
antipatria, etcétera). En cualquier caso, siempre la manera en que formulamos o
justificamos nuestros juicios cognitivos estará condicionada por factores
contextuales, incluyendo los recursos conceptuales y la información disponible,
las evidencias y técnicas, tanto al nivel de la visión general del mundo como
al nivel del tipo de investigación en curso.
La necesidad de debates argumentados y de
evidencia
Apuntamos entonces a poner en primer plano la
necesidad del debate, de la crítica y de la autocrítica (entendida esta última
como la revisión crítica de nuestra experiencia del conocimiento; remito de
nuevo aquí). Tanto la crítica mutua como la autocrítica –Hegel, destacado por
Westphal- están destinadas a iluminar y facilitar nuestras capacidades para
comprender los tipos de factores contextuales bajo los que razonamos, y a
establecer, lo mejor que podamos, en qué medida son apropiados, o si son
superiores a otras alternativas. Todo esto bajo el supuesto de que existe
alguna realidad, por lo menos, que es externa a nosotros, y que intentamos
entender. Por eso, tanto la atención a los datos externos –en nuestro caso,
existe clientelismo obrero para con el Estado– como la crítica mutua –los que
defienden el clientelismo, los que lo criticamos– permiten evaluar y justificar
nuestras afirmaciones, de manera que no hay por qué quedar atrapados en
nuestros esquemas “mentales”.
El rol político e ideológico del insulto
Lo desarrollado hasta aquí busca enfatizar la
relevancia de la crítica mutua, del cruce de razones, para la autoconciencia de
la clase explotada, así como del registro y análisis de lo que existe. Partir
del desarrollo real y empíricamente registrable, que siempre es captado a
través de nociones, en constante elaboración. Es la base para proponerse el norte a lograr, una democracia
razonada y deliberativa al interior del movimiento obrero. Así, llamar a
reflexionar a los trabajadores sobre el significado que tiene, por ejemplo, el
hecho de que en la estatizada Aerolíneas Argentinas los punteros de
la Cámpora ataquen a delegados de izquierda (que venían de luchar contra el
grupo Marsans), es “poner el dedo en la llaga” del estatismo. Es pedir que se
piense este acontecimiento singular hasta
el final, hasta su contenido general, hasta la última de sus consecuencias
y vinculaciones, a la luz de
categorías, visiones políticas y teorías e ideologías en disputa.
Pero esto es precisamente lo que no quieren
los que quieren que todo siga como hasta ahora. Es lo que no desean los
adoradores del Estado y, en última instancia, del capital. Por eso, por todos
los medios , tienen que impedir que los hechos
sean puestos en la picota de la argumentación. Ni siquiera pueden registrarlos (el apologista mira
para otro lado cuando se le presentan pruebas de clientelismo estatista o de
discriminación de movimientos sociales; el burócrata-funcionario no registra la
pobreza, o la gente que padece hambre). Es
el idealismo y la negación del debate puestos al servicio de una visión de
derecha y reaccionaria. Pero todo esto obedece a que deben anular la
posibilidad misma de que la gente examine por su cuenta los argumentos de los
“díscolos”, de los que parten de lo que existe, lo registran y lo someten a la
crítica.
Por eso también, los apologistas y los
amanuenses de todos los colores, están casi obligados a decir que un marxista,
que es crítico de lo que todos los “progresistas bienpensantes” ven pero ninguno mira, no puede no ser funcional
a la derecha. Es
la vía para ahogar en embrión cualquier luz, por pequeña que sea, que apunte a
poner sobre la mesa, y desde una perspectiva crítica del capital, las
relaciones de fondo del clientelismo bonapartista. Por eso, la ausencia de
democracia en los sindicatos juega su rol funcional a la dominación de clase
establecida. Y lo mismo cabe decir del insulto y la descalificación personal
del apologista K. Hay que obnubilar las mentes, hay que sacar de quicio las
razones, hay que enlodar todo lo que no sea santificación de lo establecido por
“la razón de Estado” (o de la revolución, o del Movimiento, o del dios que se
haya entronizado para la ocasión).
Todo
apunta a lo mismo. Y embarcados en esta dinámica, las mediocridades, condenadas
a la apología infinita, se deslizan a la cloaca de la bestialidad, cruda y
descarnada. Por eso, los insultos que envía el energúmeno a este blog, son
parte de esa misma sustancia espiritual. En el fondo, todos ellos detestan
aquel llamado de Marx a “que broten flores vivas” para que cada cual sea movido
a pensar, a obrar y organizarse, y someta todo a la crítica, libre de cadenas y
“líderes” que le dicten qué pensar, cómo obrar, y cómo organizarse.
Rolando Astarita es un reconocido economista marxista, profesor enla Universidad Nacional
de Quilmes y en la UBA.
Fuente original: https://rolandoastarita.wordpress.com/
Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=202737
Rolando Astarita es un reconocido economista marxista, profesor en
Fuente original: https://rolandoastarita.wordpress.com/
Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=202737
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