18 de diciembre de 2018

Construcción de "buenos vivires" desde abajo y a la izquierda.

Más allá del desarrollo: postdesarrollo y
transiciones hacia el pluriverso1
Revista de Antropología Social 2012, 21 23-62

Arturo Escobar
University of North Carolina at Chapel Hill (Estados Unidos) aescobar@email.unc.edu Recibido: 28 de julio 2011 Aceptado: 10 de noviembre 2011
Resumen
El presente texto constituye el Prefacio a la segunda edición (2011) del ya clásico La invención del tercer mundo: Construcción y deconstrucción del desarrollo (1996). Después de resumir tanto los cambios más importantes ocurridos en el mundo durante los quince años desde la publicación del libro, como los debates y avances en los estudios críticos del desarrollo, se argumenta que ha llegado la hora de reanudar con ahínco el debate sobre el postdesarrollo y las alternativas al desarrollo, como muchos movimientos sociales están de hecho haciéndolo. En un contexto marcado por crisis ecológicas y sociales cada vez más acentuadas, surgen de forma cada vez mas ineludible los discursos sobre la transición a una sociedad otra o a otro modelo civilizatorio. Esta transición podría conducirnos más allá del Universo de la modernidad —la idea de Un Mundo único bajo la hegemonía de ciertas concepciones de la racionalidad, el individuo, la ciencia, el mercado y la economía— hacia un verdadero pluriverso de mundos socio-naturales. Las transiciones anuncian que la globalización no es la última etapa de la modernidad capitalista, sino también el comienzo de mundos nuevos.

Introducción
Han pasado más de quince años desde que este libro fue publicado por primera vez. Mis esperanzas e intenciones para escribirlo no han cambiado; por el contrario, se han fortalecido desde su publicación. El análisis crítico del desarrollo es tan oportuno y relevante hoy como lo era entonces. En muchas partes del mundo, el ‘desarrollo’ sigue siendo una importante fuerza social y cultural a la cual enfrentar. Significativas batallas políticas se libran en su nombre, y la vida de muchos y los medios de subsistencia de las personas todavía están en juego en estas batallas. Y decenas de profesionales, aunque quizá en menor número en 2010 en comparación con 1995, en particular en Estados Unidos, ganan su vida en el mundo del desarrollo y activamente debaten el tema en salas de juntas y reuniones del personal de los proyectos de desarrollo en los países donantes y receptores. Por último, pero no menos importante, de nuevo con un entusiasmo un tanto disminuido en los Estados Unidos, son todavía abundantes los académicos —antropólogos, entre ellos— que escriben tesis doctorales y presentan ponencias sobre tal o cual aspecto del desarrollo.
Sobre todo, el ímpetu político que me movió a escribir sobre ‘la invención de desarrollo’ y a imaginar una ‘era postdesarrollo’ a finales de los ochenta y principios de los noventa todavía está muy presente: el hecho es que, como yo lo veo, el ‘desarrollo’ sigue desempeñando un papel importante en las estrategias de dominación cultural y social, incluso si los académicos podrían tener hoy una visión más matizada de cómo estas estrategias operan, incluso de cómo la gente se apropia del desarrollo para sus propios fines. (…)


(…)5. América Latina: ¿hacia un pluriverso?19
Algunos movimientos y debates intelectuales de América Latina intuyen medidas posibles para alejarse del ‘modelo civilizatorio’ de la modernización y el desarrollo globalizado. Reunión tras reunión de pueblos indígenas, afrodescendientes, mujeres y campesinos, la crisis del modelo civilizatorio occidental es invocada como la causa más importante de la actual crisis global de energía/clima y pobreza. Un cambio hacia un nuevo paradigma cultural y económico es reconocido tanto como necesario y como activamente en construcción20. Si bien el énfasis en una transición a nivel de todo el modelo de la sociedad es más fuerte entre algunos movimientos indígenas, también se encuentra, por ejemplo, en redes agroecológicas para las cuales solo un cambio hacia los sistemas agroecológicos de producción de alimentos localizados nos puede sacar de la crisis climática y alimentaria. Las propuestas agroecológicas resuenan con Shiva, y se les hacen eco parcialmente en la red global Vía Campesina, centrada en la soberanía alimentaria sobre la agricultura de base campesina. El significado de la transición y el postdesarrollo se puede vislumbrar con claridad en los debates más recientes sobre la defi nición del desarrollo y los derechos de la naturaleza que tienen lugar en países como Ecuador y Bolivia; y en una nueva ola de movimientos y luchas en estos países y en otras partes del continente que pueden ser interpretadas en términos de dos procesos interrelacionados, a saber, la activación de las ontologías relacionales y una redefinición de la autonomía política.

Si bien estas tendencias son contradictorias y debatidas profundamente, apuntan hacia la importancia del postdesarrollo y hacen tangible la noción de órdenes sociales postliberales. Las constituciones de Ecuador y Bolivia, sancionadas en 2008, han ganado una bien merecida atención internacional debido a sus tratamientos pioneros del desarrollo y, en el caso ecuatoriano, de los derechos de la naturaleza. Cabe destacar que estas constituciones son el resultado de complejas luchas sociales, culturales y políticas que se agudizaron en la década pasada.

Las constituciones introdujeron una nueva noción de desarrollo centrada en el concepto de sumak kawsay (en quechua), suma qamaña (en aymara) o buen vivir (en español). Como Alberto Acosta, uno de los arquitectos más destacados de la constitución ecuatoriana, plantea el sumak kawsay supone una ruptura conceptual con las concepciones de desarrollo de las últimas seis décadas. Más que una declaración constitucional, “el Buen Vivir constituye una oportunidad para construir colectivamente un nuevo régimen de desarrollo” (2009: 6). Aunque un número de fuentes se citan como la base de esta concepción —incluyendo análisis críticos del desarrollo y del postdesarrollo, así como perspectivas feministas, ecologistas, y enfoques de desarrollo humano— la mayor proporción del crédito la tienen las organizaciones indígenas.
 Para Catherine Walsh (2009: 5), “la visión integral y la condición básica del Buen Vivir que han sido la base de las cosmovisiones, filosofías de vida y las prácticas de los pueblos del Abya Yala y los descendientes de la diáspora africana desde hace siglos, son ahora re-aprehendidos como guías para la refundación del Estado y la sociedad boliviana y ecuatoriana”. En efecto, se puede decir que el sumak kawsay y suma qamaña nacen “de la periferia social de la periferia global”, como lo ha planteado el crítico del desarrollo español José María Tortosa (citado en Acosta, 2010). Para el sociólogo peruano Aníbal Quijano (2010), el Buen Vivir constituye un nuevo horizonte de sentido histórico, surgido de la larga historia de resistencia indígena contra el sistema mundo moderno/colonial eurocéntrico.

Muy sucintamente, y siguiendo a Acosta y a Gudynas21, el Buen Vivir (BV) surgió de varias décadas de luchas indígenas, las cuales se articularon con agendas múltiples de cambios sociales de los campesinos, afrodescendientes, ambientalistas, estudiantes, mujeres y jóvenes. Cristalizado en 99 artículos de la Constitución (de un total de 444), el BV “se presenta como una oportunidad para la construcción colectiva de una nueva forma de vida” (Acosta, 2010: 7). Antes que una intervención aislada, el BV debe considerarse en el contexto de toda una gama de innovaciones constitucionales pioneras, incluyendo el replanteamiento del Estado en términos de plurinacionalidad, de la sociedad en términos de interculturalidad, una noción amplia e integral de los derechos (incluidos los derechos a la naturaleza, abajo), y un modelo de desarrollo reformado, cuyo objetivo es precisamente la realización del BV. Todas estas innovaciones, además, deben ser consideradas como multiculturales, multi-epistémicas, y en términos de procesos de construcción política profundamente negociados y a menudo contradictorios.

Es claro, sin embargo, que el BV constituye un desafío a nociones de desarrollo de larga data. Las ontologías o ‘cosmovisiones’ indígenas no implican una noción lineal del desarrollo, ni un estado de ‘subdesarrollo’ que hay que superar, ni están basadas en la ‘escasez’ o la primacía de los bienes materiales. Haciendo eco de estos principios, el BV pretende introducir una filosofía de vida diferente en la visión de sociedad. Esto hace posible una ética del desarrollo que subordina los objetivos económicos a criterios ecológicos, a la dignidad humana y a la justicia social. El desarrollo como Buen Vivir busca articular la economía, el medio ambiente, la sociedad y la cultura en nuevas formas, llamando a las economías sociales y solidarias mixtas; introduce temas de justicia social e intergeneracional en los espacios de los principios del desarrollo; reconoce las diferencias culturales y de género, posicionando la interculturalidad como principio rector; y permite los nuevos énfasis político-económicos, tales como la soberanía alimentaria, el control de los recursos naturales y un derecho humano al agua.

Sería un error, sin embargo, considerar el BV como un proyecto cultural-político puramente andino, un punto que Acosta (2010) afi rma rotundamente. Como ya se mencionó, el BV también está infl uenciado por las corrientes críticas del pensamiento occidental, y su objetivo es influir en los debates globales. Dicho esto, existe un amplio reconocimiento de que los conocimientos indígenas y afro han sido sometidos a procesos de marginación de larga data, o lo que en algunas de las perspectivas actuales de América Latina se conoce como ‘colonialidad’. El BV, de esta manera, busca revertir la colonialidad del poder, del conocimiento y del ser que han caracterizado al sistema mundo moderno/colonial desde la conquista (Quijano, 2010). En algunos debates en los países andinos, esto se conoce como ‘descolonización epistémica’.


Muchos de los argumentos acerca del BV también se pueden hacer con respecto a otra idea principal de la Constitución, la de los derechos de la naturaleza; de hecho, los dos aspectos están estrechamente relacionados entre sí. Para el ecologista social uruguayo Eduardo Gudynas (2009a, 2009b), los derechos de la naturaleza o la Pachamama, reconocidos en 

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