Apuntes sobre
la
Doctrina de Seguridad Nacional
3 de mayo de 2015
Evolución histórica de una concepción de seguridad
Si bien este tema ha sido objeto de numerosos y profundos
estudios, es preciso recalcarlo en función de sustentar nuestra posición como
guerrilleras y guerrilleros de las FARC-EP, acerca de las necesarias reformas
que deberán producirse respecto de la Doctrina y funciones de unas fuerzas
armadas en el panorama de una nueva Colombia. Las dos primeras partes tratan
sobre el pensamiento y la estrategia contrainsurgente a nivel global
desarrollada por el país del norte y las dos últimas sobre la práctica militar
y paramilitar en la experiencia colombiana.
La Doctrina de Seguridad Nacional de los Estados Unidos, en su
dimensión contrainsurgente, surge en la década de los años sesenta del siglo
pasado y fue diseñada para garantizar la hegemonía de esa nación como imperio,
defender sus intereses, desarrollar una guerra total y permanente contra el
comunismo e impedir los cambios revolucionarios y las insurrecciones, de manera
particular en Latinoamérica, neutralizando los movimientos de izquierda que
pudieran representar una amenaza a la estabilidad interna de los gobiernos
afectos a su vasallaje y por tanto de su seguridad nacional.
Un
antes:
La
concepción imperialista de seguridad nacional se fue formando desde los inicios
de la nación norteamericana. Ya en 1823, la Doctrina Monroe
declaraba “América para los americanos” (léase para Norteamérica), en una clara
advertencia a los países de Europa, de que los Estados Unidos no tolerarían
ninguna intervención en el continente americano, al que ya consideraban suyo. 1
Estos
preceptos son ratificados con la Doctrina del “Destino Manifiesto” (1845) que
entre otras afirmaba “es nuestro destino manifiesto (el de los Estados Unidos)
expandirnos por el continente que nos ha dado la Providencia”. John O ‘Sullivan . 2
A tales criterios le siguió “El Corolario Roosevelt 3 cuando dicho presidente, en 1904 defendía ante el congreso estadounidense, el papel de policía internacional para ejercer el poder o la fuerza, en cumplimiento dela Doctrina Monroe.
Co n estos mandatos se anexaron parte del territorio mexicano,
así como las islas de Hawái (1898), Puerto Rico, (1898), la bahía de Guantánamo
en Cuba (1898), y Filipinas entre otras. Bajo el mandato de Teodoro Roosevelt
los Estados Unidos adelantaron el robo de Panamá, que hacía parte del
territorio colombiano, fomentando el separatismo de Colombia, en un franco
cálculo que se evidenció en 1903 cuando el naciente gobierno panameño firmó un
tratado que les garantizó a los Estados Unidos pleno control sobre la zona del
canal durante 100 años.
A tales criterios le siguió “El Corolario Roosevelt 3 cuando dicho presidente, en 1904 defendía ante el congreso estadounidense, el papel de policía internacional para ejercer el poder o la fuerza, en cumplimiento de
Co
Un
después:
Condensando
las anteriores concepciones imperialistas, la Doctrina de Seguridad Nacional
fue concebida después de la Segunda Guerra Mundial , en el contexto de la Guerra Fría
(1947-1991) 4, como una respuesta al crecimiento del
campo socialista y al miedo a la insurrecciones revolucionarias, a las que
asimilaba como amenazas directas a su dominio imperial.
Dicha doctrina le
permitiría consolidar su dominación global, en perspectiva de su crecimiento
económico, mientras fortaleció un pensamiento político abiertamente de derecha
y anticomunista en América Latina en donde se establecieron gobiernos
dictatoriales, militaristas y sanguinarios.
La doctrina de seguridad, como esfera económica, se concretó con el Plan Marshall para la reconstrucción de
Europa, con el que puso a su merced el viejo continente destruido por la
guerra; en la misma dirección apuntaron el Fondo Monetario Internacional FMI,
el Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento BIRF (1945), convertido
posteriormente en el Banco Mundial, y el Acuerdo General sobre Aranceles
Aduaneros y Comercio (GATT), entre otros. En el campo militar promueven el
Tratado del Atlántico Norte que da origen a la OTAN, como organización de
índole política y económica, pero principalmente militar. Estados Unidos y los
demás países americanos, firman en 1947 el Tratado Interamericano de Asistencia
Reciproca TIAR, en 1948 constituyen la Organización de Estados Americanos OEA.
El año anterior habían creado el Consejo de Seguridad Nacional y la Agencia Central de
Inteligencia (CIA).
América Latina y la Doctrina de la Seguridad Nacional
Una de las principales herramientas con las que contó Estados
Unidos para implantar su dominación en América Latina, fue la Escuela de las
Américas, creada 1946 por el Pentágono en Fort Amador, Panamá. Fue un centro
dedicado a la capacitación de las fuerzas armadas de los países
latinoamericanos. A partir de 1984 fue trasladada a la localidad estadounidense
de Columbus (Georgia), conocida hoy como Instituto de Cooperación para la Seguridad Hemisférica
(WHISC por sus siglas en inglés).
El énfasis de la escuela es el adoctrinamiento contra el comunismo y la enseñanza de prácticas de terror en la lucha antisubversiva. Los manuales de enseñanza desclasificados y hechos públicos en 1996 por el Pentágono, revelan la sistematización de la tortura, la extorsión, los asesinatos extrajudiciales, el secuestro y la desaparición forzada de personas como métodos efectivos en la lucha contrainsurgente.
El énfasis de la escuela es el adoctrinamiento contra el comunismo y la enseñanza de prácticas de terror en la lucha antisubversiva. Los manuales de enseñanza desclasificados y hechos públicos en 1996 por el Pentágono, revelan la sistematización de la tortura, la extorsión, los asesinatos extrajudiciales, el secuestro y la desaparición forzada de personas como métodos efectivos en la lucha contrainsurgente.
Muchos de los graduados en dicha escuela ejercerían altos cargos
en sus respectivos Estados, desde directores de organismos de inteligencia,
ministros, comandantes de rango superior en las fuerzas armadas hasta jefes de
Gobierno (en los casos de golpes militares).
El
conflicto de baja intensidad
Luego de las derrotas sufridas por las potencias en conflictos de
guerra irregular, 5 entre
las que se cuentan la revolución cubana, la derrota norteamericana en Vietnam,
la misma revolución nicaragüense, Estados Unidos bajo el mandato de Ronald
Reagan, da forma a una nueva estrategia de intervención aparentemente de “bajo
perfil”, dirigida a enfrentar la guerra irregular, llamada Doctrina del
Conflicto de Baja Intensidad.
La guerra de baja intensidad 6 la
desarrollan en cada país; parten de la existencia de un enemigo interno que
actúa de forma irregular, al que hay que enfrentar a través de mecanismos muy
particulares; ubica como el principal blanco de sus amenazas a la población
civil como parte de ese enemigo interno a combatir, así que ejerce su acción
directa contra ella, para contrarrestar y derrotar los movimientos de rebelión
popular; reversar y derrocar gobiernos revolucionarios o no ajustados a los
intereses estadounidenses; prevenir y ayudar a gobiernos aliados a evitar su
desestabilización ante “desordenes sociales”; con ese mismo pretexto
desarrollaron operativos antidrogas fuera de su territorio, especialmente a
partir de la década del 80 hasta el 2001. Este último usado además para
financiar sus guerras y para socavar a las comunidades opositoras en su propio
país, como lo hicieron con la comunidad afroamericana.
Para ello se apoya en acciones y guerra psicológica para el
control efectivo del territorio y la población; bien a través del miedo, la
presión, la cooptación o la manipulación mediática o con métodos como la
utilización de la tortura, las desapariciones forzadas, como armas de guerra,
usadas entre otros, por los nazis, por el ejército francés en Indochina y
Argelia, por los propios sionistas cuando comenzaron a establecerse como Estado
de Israel en 1948.
Es fundamento de
esta estrategia la formación de grupos paramilitares o “escuadrones de la
muerte” organizados y equipados para cumplir misiones de terror, y lograr el
cometido del desalojo y saqueo del territorio intervenido, que por razones de
la barbarie, las fuerzas armadas del Estado no pueden llevar a cabo
abiertamente. No sólo se elimina físicamente a la persona, sino también se
eliminan las garantías jurídicas, políticas, sociales y económicas de las
mayorías, a cambio de la destrucción total del enemigo. Un elemento esencial lo
constituye la acción de “inteligencia” sobre la población civil -acceso a
información-; también las ejecuciones extrajudiciales, además de las
mencionadas anteriormente.
Guerra de cuarta generación
Terminada
la Guerra Fría
y la supuesta amenaza del comunismo, la hegemonía imperialista de los Estados
Unidos sigue su expansión militar, representada en más producción de armas
convencionales y no convencionales, financiación de servicios secretos,
tercerización o mercenarización de la guerra para evadir responsabilidades,
establecimiento de “pactos” con países en los cuales se instalan bases
terrestres, marítimas y aéreas manejadas por las fuerzas armadas
norteamericanas, entre otras actividades.
A partir del 11 de septiembre de 2001, y con el pretexto del
ataque a las Torres Gemelas, se desata la “guerra global contra el terrorismo”,
convertida en la doctrina contrainsurgente del siglo XXI, también conocida como
“dominación de espectro completo o guerra de cuarta generación” 7, que comprende t
odos los aspectos de la vida humana sobre la tierra, con la que
pretenden imponer un estado de excepción global, como una cárcel en un teatro
global de control a toda la humanidad, en la cual los mares, el cielo, la
tierra y sus entrañas se privatizan a favor de las grandes potencias, las que
acceden y se apropian de los recursos estratégicos indispensables para la
subsistencia del capitalismo, y mantener sus niveles de despilfarro de
materiales y energía.
Estados Unidos utiliza su poderío militar para asegurar el
aprovechamiento de estas fuentes en un escenario de disputa entre centros de
poder mundial. Por ello su estrategia de guerra contra el resto del mundo, lo
que consideran como un “asunto de seguridad nacional”. Es la razón para volver
a intervenir en Medio Oriente y Asia, en Latinoamérica y particularmente en
Colombia (Plan Colombia), bien a través de guerras convencionales o guerras
irregulares.
Teniendo en cuenta que la región latinoamericana suministra el 25%
de todos los recursos naturales y energéticos que necesita el país del norte, y
que tiene el 47% de las reservas de agua potable del mundo, y es además
escenario de gobiernos progresistas y transformadores, se puede comprender el
creciente interés de los EE.UU. por incidir en la región 8. De esta manera cualquier pequeña
comunidad aparece como un estorbo para el posicionamiento estratégico en las
regiones de interés para Estados Unidos, por lo tanto son calificadas como
“potenciales foco de terrorismo”. A partir de este postulado se plantean las
guerras preventivas que buscan eliminar cualquier brote de autonomía por parte
de las comunidades marginales. Según el profesor Renán Vega Cantor, Colombia se
ha convertido en uno de los principales centro de experimentación de esta
doctrina.
Están al orden del día una serie de agencias, empresas y
laboratorios de investigación y universidades, que desarrollan tecnologías con
fines militares. Por mencionar algunas de las áreas de interés: investigaciones
sobre diversidad lingüística y cultural, para “incorporar esos conocimientos en
un sistema computarizado, capaz de interactuar, asimilar y reproducir ciertas
estructuras de pensamiento en el terreno militar y geoestratégico” 9.
Ponen al servicio
de los ejércitos protegidos toda la capacidad de entrenamiento; con los
desarrollos científicos y tecnológicos pretenden aterrorizar y aplastar a sus
adversarios. Usan incluso armas nucleares, biológicas y químicas de manera
preventiva. Le dan todo el protagonismo a las operaciones sicológicas, de
propaganda y desinformación, junto a acciones cívico militares directas contra
la gente, para lograr sus propósitos.
La información es
también un arma de guerra, para la cual cuentan con un ejército de publicistas,
periodistas, comunicadores y medios
a su servicio para adelantar su estrategia de influir sobre las audiencias,
para afectar la moral del enemigo entendido este como la población,
organizaciones sociales, movimientos políticos y populares y la insurgencia.
También desatan
nuevas formas de vigilancia y control sobre las personas en todo el mundo, por medios electrónicos; a través de distintos
organismos de inteligencia y espionaje, revelado por sus propios ex-agentes
como Edward Snowden. Es conocido el trabajo combinado de la NASA y el
Departamento de Defensa, con sus laboratorios tecnológicos de integración de
sensores y detectores con capacidad para analizar grandes cantidades de
información, creación de plataformas de vigilancia, comunicaciones e inteligencia
y captación remota que actúa sobre el hemisferio y con una práctica denodada en
Colombia. Es la forma como Estados Unidos pretende el control del espacio de
manera permanente, de una vigilancia global de la zona para apoderarse de la
biodiversidad del planeta que es el epicentro de su ambición imperialista.
Además
poseen una gran cantidad de bases militares regadas en los cinco continentes.
Personas expertas en el tema señalan que tiene más de 1.250 bases en más de 100
países. En América Latina, Estados Unidos cuenta con un total de 27 bases
oficialmente reconocidas, incluidas las colombianas, a las cuales hay que
agregar otras que nunca se mencionan, pero que en la práctica operan, como tres
que hay en el Perú 10.
En definitiva los
intereses económicos y financieros del imperialismo requieren de un respaldo
militar para doblegar a sus oponentes, esa es la esencia de sus nuevas guerras.
Por ello la distribución de las bases militares en todos los continentes.
Estados Unidos y la contrainsurgencia en Colombia
La injerencia de los Estados Unidos en Colombia no es distinta a
la efectuada en todo el continente; eso sí, tiene vínculos más estables y
permanentes, puesto que en el momento mismo en que el país del norte exportó su
Doctrina de Seguridad Nacional, los gobernantes colombianos estuvieron, como
siempre, no solo solícitos, sino que fueron potenciadores de esa política
contrainsurgente.
Colombia contaba con su propia “contrainsurgenica nativa”, como le
han llamado varios autores, con un exacerbado odio a los sectores populares y
al naciente movimiento popular, al que constituyeron como enemigo interno el
cual había que combatir puesto que encarnaba la amenaza comunista, en la
práctica, amenaza a sus privilegios.
Un ejemplo de tal persecución lo constituye la Masacre de las
Bananeras en 1928, a
manos del ejército colombiano, en defensa de la multinacional United Fruit
Company, en una clara práctica del Terrorismo de Estado, porque no solo se
produjo la matanza a los trabajadores, sino la sucesiva persecución y represión
a otros sectores populares como indígenas y población campesina.
Se constituyó en acción de primer orden ahogar las luchas
populares, a través de agentes privados, civiles armados, o con la misma fuerza
pública con las que impusieron el terror. Así devino el magnicidio de Jorge
Eliecer Gaitán y el de miles de campesinos, mujeres y niños, en esa larga
violencia que aún no termina, donde tuvieron rienda suelta los grupos conocidos
como “chulavitas” o “pájaros” al servicio del gobierno conservador, con las
consecuencias sangrientas y de despojo de tierras, registrada por muchas
investigaciones.
En el mismo contexto de dicha estrategia está la dictadura de
Rojas Pinilla, con la que se continuó persiguiendo a las comunidades campesinas
y masacrando a estudiantes. No puede pasar por alto el acontecimiento de la
constitución del Batallón Colombia, el cual fue organizado, equipado y
entrenado, bajo la doctrina táctica del Ejército de los Estados Unidos y
dirigido por ese país 11 y
su participación en la guerra de Corea.
Estuvo al orden del día, la difusión y estudio de la doctrina
militar norteamericana; la suscripción del Pacto de Asistencia Militar de 1952;
el acuerdo de junio de 1959 entre asesores norteamericanos y el presidente
Alberto Lleras Camargo, para formar unidades contraguerrillas. Todo ello en una
simbiosis entre la doctrina del país del norte y la nacional.
Sin embargo, el punto clave y decisivo de la integración entre la
estrategia de seguridad norteamericana y la nacional lo constituye la Misión
dirigida por el General William Yarborough en febrero de 1962, que, además de
las recomendaciones sobre incremento de la asistencia técnica, material y de
entrenamiento, recomendó la organización de grupos paramilitares anticomunistas
y la utilización de técnicas de tortura 12.
El más significativo hecho de aplicación a las recomendaciones de la misión Yarborough ,
es precisamente la
Operación Marquetalia en mayo de 1964, es decir el ataque a
la comunidad campesina organizada, que labraba la tierra en las estribaciones
del Nevado del Huila, donde solo 46 hombres y dos mujeres hicieron resistencia
a más de 16 mil soldados. Ofensiva efectuada con la participación de unidades
militares de Estados Unidos, con personal de entrenamiento y asesores, además
de la asistencia técnica, en el marco del Plan Lazo.
Sin embargo, el paramilitarismo ha sido la expresión más efectiva
del terrorismo de Estado que han utilizado las élites nacionales para
garantizar su hegemonía. Principal responsable de la tragedia del exterminio de
la Unión Patriótica 13, de la realización de horrendas
masacres y de programas de eliminación selectiva de activistas sociales o
desapariciones forzadas y de millones de personas desplazadas y exiliadas o
refugiadas. Unido a la lucha ideológica y propagandística, a la represión de la
protesta social, la adopción del Estatuto de Seguridad, entre otros.
El fenómeno paramilitar, ha gozado de legalidad a través de varias
normas, desde la Violencia bipartidista (chulavitas y pájaros), pasando por la
autorización explícita en el Decreto 3398 de 1965 que amparaba la organización
de autodefensas civiles por parte de las fuerzas militares.
El Decreto 356 de 1994 que autorizó las Cooperativas de Vigilancia
y Seguridad Privada-Convivir- con las que nuevamente se legaliza la acción
paramilitar, al tiempo que se fortalecía el narcotráfico y su alianza con este
fenómeno en trabazón con terratenientes, ganaderos, empresarios, militares y
políticos en cabeza de Álvaro Uribe Vélez.
La implementación de la estrategia no termina ahí; son numerosos
los convenios y programas de asistencia, formación y entrenamiento militar en
los Estados Unidos, con la orientación de la doctrina de seguridad que continúa
reforzando el odio al “enemigo interno”, es decir a todos quienes tienen una
posición contraria al orden vigente.
La estrategia norteamericana pasa luego por el período de lucha
contra el narcotráfico, se afianza y fortalece con el Plan Colombia bajo el
gobierno de Andrés Pastrana, que rearma a las fuerzas militares y las prepara
para enfrentar la insurgencia con la reorientación antiterrorista posterior al
11 de septiembre de 2001, en una fase de intervención directa de gran magnitud.
La consolidación del Plan Colombia en el contexto de la política
de Seguridad Democrática, la reorganización de la misión militar adjunta a la
embajada norteamericana en Colombia, con efectivos militares, el asentamiento
de siete bases norteamericana en el territorio patrio, y la presencia de
mercenarios y empresas privadas de seguridad.
Continúa el apoyo a las acciones adelantadas por los grupos
paramilitares, y la organización de redes de inteligencia con la participación
del DAS, (hoy Agencia Nacional de Inteligencia), vinculadas a asesinatos de
Estado, incluidos los llamados “falsos positivos”: asesinatos de civiles a
manos del ejército colombiano y presentados como bajas en combate; son apenas,
muestras de la aplicación de la Doctrina de Seguridad Nacional de los Estados
Unidos en Colombia.
(2) Qué es el destino manifiesto: http://imperialismonorteamerica.blogspot.com/p/que-es-el-destino-manifiesto-el-destino.html
(3) 1904 Roosevelt: Corolario a
(4) Guerra Fría: coexistencia de los dos sistemas y bloques de poder, el capitalista (Estados Unidos) y el socialista (URSS).
(5) Guerra irregular: un tipo de guerra especial, con características propias, que hace uso del espacio, tiempo y sorpresa, entre otras, para transformar a su favor la correlación de fuerzas. Se le llama guerra irregular también a los conflictos armados en el que los destacamentos no son grandes unidades, sino grupos pequeños o guerrillas, que enfrentan a fuerzas regulares en una gran cantidad de pequeñas operaciones, como asaltos, actos de sabotaje, hostigamiento, bombazos, emboscadas y otros ataques.
(6) Guerra de baja intensidad: es una confrontación político militar que no presenta batallas visibles, sin soldados oficialmente establecidos, sin declarar que involucra a menudo luchas prolongadas de principios e ideologías y se desarrolla a través de una combinación de
(9) Vega, Cantor Renán. Idem. Pág. 87
(10) Vega, Cantor Renan. Idem. Pág. 78.
http://www.adeveco.org/index.php/nosotros/5-la-participacion-de-colombia-en-la-guerra-de-corea
(12) Vega Cantor Renán, Informe individual, Injerencia de los Estados Unidos, Contrainsurgencia y Terrorismo de Estado, Comisión Histórica del conflicto Armado y sus Víctimas, febrero 2015, pág 32.
(13) Genocidio político: el caso de
http://www.desaparecidos.org/colombia/fmcepeda/genocidio-up/cepeda.html
Fuente: resistencia-colombia.org/index.php/farc-ep/articulos/4112-apuntes-sobre-la-doctrina-de-seguridad-nacional
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